CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 25 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El mundo sería más feliz si se inspirase en la Trinidad, que es “modelo perfecto de comunión y de amor para construir nuestras relaciones humanas de cada día”. Así lo afirmó Benedicto XVI en la Audiencia general del miércoles, dedicada a los teólogos Hugo y Ricardo de San Víctor, que vivieron y enseñaron durante el siglo XII en la homónima abadía parisina.
Ante los cerca de 7.000 fieles reunidos en el Aula Pablo VI para la tradicional cita de la semana, el Pontífice explicó que Hugo de San Víctor estuvo siempre muy interesado “en la relación entre fe y razón”, y fundó su ciencia teológica sobre la lectura histórico-literal de la Biblia.
Según el monje Hugo, cuando se mira al sentido de la historia en la Biblia, se entiende que las circunstancias humanas están “marcadas por la Providencia divina, según un designio bien ordenado”.
Por ello, “la historia no es el resultado de un destino ciego o de un caso absurdo, como podría parecer. Al contrario, en la historia humana opera el Espíritu Santo, que suscita un maravilloso diálogo de los hombres con Dios, su amigo”.
“Esta visión teológica de la historia pone en evidencia la intervención sorprendente y salvífica de Dios, que realmente entra y actúa en la historia, casi se hace parte de nuestra historia, pero siempre salvaguardando y respetando la libertad y la responsabilidad del hombre”, prosiguió el Papa.
A diferencia de Hugo, su discípulo Ricardo es un místico y “privilegia el sentido alegórico” de la Biblia, llegando a proponer a los fieles “un camino espiritual que invita ante todo a ejercitar las diversas virtudes, aprendiendo a disciplinar y a ordenar con la razón los sentimientos y los movimientos interiores afectivos y emotivos”.
Para Ricardo, “solo cuando el hombre ha alcanzado el equilibrio y la madurez humana en este campo, está preparado para acceder a la contemplación”, y por tanto se convierte en “el punto de llegada, el resultado de un arduo camino, que comporta el diálogo entre la fe y la razón, es decir – una vez más – un discurso teológico”.
“Esta aplicación del razonamiento a la comprensión de la fe se practica de modo convincente en la obra maestra de Ricardo, uno de los grandes libros de la historia, el De Trinitate (La Trinidad)”, donde describe las relaciones de amor y la “alegría incesante” que unen a las tres Personas trinitarias.
“¡Cómo cambiaría el mundo si en las familias, en las parroquias y en toda otra comunidad las relaciones se vivieran siguiendo siempre el ejemplo de las tres Personas divinas, en donde cada una vive no solo con la otra, sino para la otra y en la otra!”.
“Es el amor el que realiza este incesante milagro: como en la vida de la Santísima Trinidad, la pluralidad se recompone de unidad, donde todo es complacencia y alegría”, concluyó el Papa.
Al final de la catequesis, Benedicto XVI saludó a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, reflexionando sobre la próxima llegada del Adviento.
“Os exhorto, jóvenes, a vivir este ‘tiempo fuerte» con oración vigilante y empeño evangélico generoso – dijo el Papa – . Os animo a vosotros, enfermos, a apoyar con el ofrecimiento de vuestros sufrimientos el camino de preparación de la Santa Navidad del pueblo cristiano. Os auguro a vosotros, recién casados, que seáis testigos del Espíritu de amor que anima y sostiene a la entera Familia de Dios”.