MADRID, miércoles 28 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Las hermanitas de Jesús, de Carlos de Foucauld, han lanzado su sitio web en Latinoamérica, hecho con un solo objetivo: “Compartir con todos, el tesoro más importante de su vida”.
Las hermanitas se sienten “llamadas a vivir una vida contemplativa en plena masa humana –informa a ZENIT Donata Cairo, de las hermanitas de Jesús–, en el mundo de los pobres” y quieren “seguir siendo mujeres consagradas que pertenecen a Dios. Él que tomó carne en Jesús de Nazaret, sigue cautivando nuestro corazón y ha querido quedarse entre nosotros en ‘el otro’, en el más pequeño y en el Pan de Su Cuerpo y de su Palabra”.
Las hermanitas de Jesús tienen “en la Iglesia la misión específica de dar testimonio, con toda su vida, del misterio de salvación, ofrecido a todos, que se manifiesta en Belén y Nazaret”.
En el sitio www.hermanitasdejesus.org se puede encontrar información de sus fundadores, (hermano Carlos de Foucauld y hermanita Magdalena de Jesús), los fundamentos del carisma y de su misión, así como noticias de cada una de las fraternidades en los varios países como Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Perú, México y Cuba.
El sitio web cuenta además con material para descargar (como por ejemplo: Camino de oración con el hermano Carlos de Jesús) y una amplia galería de imágenes de las diferentes inserciones en el continente latinoamericano.
Las hermanitas de Jesús se definen a sí mismas como “mujeres seducidas por Jesús, en Belén y en Nazaret, contemplativas en búsqueda del rostro de Dios, revelado y encontrado en la Eucaristía y en los rostros sufrientes de nuestros hermanos y hermanas”; “reunidas en fraternidades, al servicio del Reino, compartiendo la vida cotidiana en el trabajo y el vecindario”; “solidarias con las luchas y las esperanzas de todos los que quieren construir un mundo más justo y sustentable”; “presentes en más de 60 países del mundo, acogiendo y valorando las diferencias de nacionalidades, razas y culturas”.
Su carisma y misión se basa, afirma la página web, en haber encontrado, cada una en el corazón de su propia historia: “A un Dios que nos ama de una manera única y gratuita y que respeta nuestra libertad”; “haber reconocido su rostro en Jesús de Nazaret” y haberse “comprometido en la Iglesia, con todos los que quieren ser sus discípulos”.
“Nuestra opción a la vida religiosa, nuestra ‘consagración a Dios’ no nos pone ‘aparte’. Es todo nuestro ser el que está comprometido en esta opción. Queremos vivir en hermandad poniendo todo en común para podernos abrir a otra riqueza: la del compartir”, afirman.
Y subrayan por último que han elegido el celibato “para abrirnos a otra alegría: la de las relaciones fraternas ofrecida a todos. Elegimos de vivir en estrecha dependencia las unas con las otras para abrirnos a otra confianza: la de acogernos en la vida cotidiana como un don de Dios”.
Por Nieves San Martín