QUERÉTARO, lunes 16 de agosto de 2010 (ZENIT.org – El Observador) El 9 de agosto de 1942 Edith Stein-Santa Benedicta de la Cruz murió en la cámara de gas del campo de concentración de Auschwitz. El 11 de octubre de 1998 es canonizada por Juan Pablo II en el Vaticano. ZENIT-El Observador entrevistan a Rodrigo Guerra López, Doctor en Filosofía por la Academia Internacional de Liechtenstein, miembro de la Academia Pontificia pro Vita, Director del CISAV (www.cisav.org), y especialista en fenomenología y personalismo sobre la actualidad del testimonio y del pensamiento de esta importante pensadora, mística, carmelita y mártir.
–¿Qué importancia tiene una figura como la de Edith Stein en el momento actual?
Rodrigo Guerra: Edith Stein es relevante para nuestro tiempo principalmente porque es una Santa. Con su vida y con su muerte ella ha mostrado que es posible vivir con radicalidad la adhesión a Jesucristo y el amor a sus hermanos en medio de un mundo que parecía caer en el absurdo, en la irracionalidad y en la violencia.
–Edith Stein es Santa pero también fue una gran intelectual…
Rodrigo Guerra: El itinerario de Edith Stein hacia la santidad no se encuentra al margen de su perfil intelectual. Al contrario, todo su inmenso aporte filosófico es parte de su vida y de un modo misterioso también es parte de su preparación para el martirio. Mártir significa testigo. Edith Stein buscó ser testigo de la verdad al amar apasionadamente el trabajo intelectual que ejerció en parte acompañada de su maestro Edmund Husserl y de otros brillantes jóvenes filósofos como Adolf Reinach, Roman Ingarden y Hedwig Conrad-Martius.
Así mismo, ella buscó ser testigo de la verdad al momento de adherirse afectiva y efectivamente a Jesucristo crucificado al ser llamada al Carmelo, y finalmente, al morir en Auschwitz a manos de los nazis. Todo este camino parece indicar que la vocación más honda del filósofo cristiano no termina al escribir libros y hacer carrera académica sino principalmente educando al corazón en una disponibilidad particular a seguir la verdad hasta la Cruz.
–¿El pensamiento de Edith Stein es pertinente para quienes vivimos en la primera década del siglo XXI?
Rodrigo Guerra: Sus aportes en metafísica, en antropología de la mujer, en teoría de la persona humana, en teoría del Estado y en las relaciones filosofía-cristianismo son sumamente lúcidos y adelantados a su época. Soy de la opinión que su pensamiento será valorado con mayor amplitud y profundidad en el siglo XXI, tras la caída del racionalismo ilustrado y de las rupturas post-modernas.
En Edith Stein es posible encontrar importantes intuiciones que colaboran a superar tanto el racionalismo como la desconfianza a la razón. Pienso, a modo de ejemplo, en el modo cómo utiliza el método fenomenológico: siempre fiel a lo dado en la experiencia y siempre abierto a reconocer que el aparecer revela el ser. Edith Stein, con su fenomenología realista, contribuye de manera sumamente relevante a realizar lo que Benedicto XVI llama “ensanchar los horizontes de la razón”.
–Las opiniones de Edith Stein sobre la mujer también fueron adelantadas a su tiempo. Sin embargo, tal vez hoy se necesitaría ir más allá de ellas para construir un “nuevo feminismo”. ¿Qué piensa usted de ello?
Rodrigo Guerra: En efecto, el pensamiento cristiano debe concebirse como un camino que hay que continuar en cada generación. Edith Stein logró desarrollar con gran valentía intelectual una teoría sobre la persona femenina fuertemente asociada al modo cómo ella comprendía la naturaleza del alma humana y el principio de individuación. En la actualidad tenemos que profundizar justo en aspectos cómo éste para mostrar que la diferenciación sexual no es un mero accidente del cuerpo sino que tiene su raíz más profunda en aquello que constituye a la persona humana como persona.
El Magisterio de Juan Pablo II ha recogido justo estas intuiciones que es necesario proseguir a través de un trabajo interdisciplinar. Así mismo, Edith Stein apreció la originalidad de la femineidad sin desconocer los condicionamientos culturales en los que la sexualidad en cada época se encuentra inmersa.
Por eso, en la antropología de lo femenino desarrollada por Stein se encuentra la semilla de una teoría personalista sobre la sexualidad y sobre lo que hoy se suele denominar “género”. En momentos como el actual en que se afirma que la consistencia de la persona es principalmente una construcción cultural es necesario volver a autores como Stein para encontrar una adecuada articulación entre naturaleza y cultura que no niegue alguno de estos aspectos sino que los reconozca en su unidad y diferencia.
–Figuras como la de Edith Stein-Santa Benedicta de la Cruz son importantes pero no se encuentran fácilmente como referentes religiosos o culturales en la sociedad actual. ¿A qué se debe esta situación? ¿Es posible corregirla?
Rodrigo Guerra: Por una parte, el irracionalismo postmoderno ha generado que ciertos ambientes académicos, muchos ambientes políticos e innumerables medios de comunicación trivialicen al máximo el tema de la verdad.
El esfuerzo por volver a las cosas mismas y encontrar en ellas la verdad – como quería Edith Stein – es sumamente arduo en la actualidad. Por eso, se necesitan crear nuevos espacios que permitan que los jóvenes puedan vivir una experiencia educativa alegre que permita la asimilación racional y creativa del pensamiento de Edith Stein y de otros autores que forman parte del legado antiguo y contemporáneo del pensamiento cristiano.
Uno de mis maestros – John Crosby – solía decir que la “communio” es el método educativo para hacer una filosofía que ame la verdad en cualquier lugar dónde esta se encuentre. Amar la verdad y mantenerse fiel a ella es más fácil si se hace en comunidad. Por otra parte, hay que reconocer que a los cristianos nos hace falta una nueva pasión personal y comunitaria por la verdad.
La insistencia de Benedicto XVI respecto de una nueva racionalidad más abierta y comprometida me parece que se encuentra justo en esta dirección. Me parece que por ello es preciso trabajar por crear comunidades científicas que nutridas por la experiencia cristiana permitan ser ayuda a nuestra frágil razón y a nuestra frágil voluntad.
–Edith Stein vivió una amistad de este tipo con Husserl, con Ingarden y con algunos de sus amigos: ¿es posible encontrar hoy personas y comunidades de esta índole?
Rodrigo Guerra: Durante largos años filósofos como Angela Ales Bello, Anna Maria Pezzella, Alasdair MacIntyre, Josef Seifert, Walter Redmond, Urbano Ferrer, Juan Caballero Bono, Francisco Javier Sancho, Eduardo González di Pierro, Diego Rosales y otros han promovido el estudio del pensamiento de Edith Stein con gran sacrificio y a contracorriente.
Su testimonio y ejemplo han motivado la creación de círculos de estudio, instituciones, congresos, y en el fondo, un verdadero movimiento que reconoce que Edith Stein es un parteaguas intelectual y espiritual para el mundo de hoy. En la Academia Internacional de Filosofía de Liechtenstein y Chile, en la Universidad Lateranense, en el Instituto Edith Stein de Granada o en el CISAV en México también encontramos vivo a este movimiento de diversas maneras.
–Edith Stein hizo una filosofía cristiana y dio testimonio cristiano de amor a la verdad hasta el sacrificio de su propia vida: ¿qué lección nos deja ella para el momento actual?
Rodrigo Guerra: Creo que Stein entre otras cosas nos enseña que la vida cristiana no está fracturada de la vida intelectual y que el quehacer intelectual realiza mejor su vocación cuando se deja provocar por el acontecimiento cristiano. Así como Balthasar decía que es preciso volv
er a hacer “teología de rodillas” me parece que los filósofos cristianos también debemos recuperar la conciencia de la necesidad de unir la vida espiritual al trabajo filosófico.
Stein también muestra que la adhesión a la verdad y a Cristo, cuando se toman en serio, no pueden estar asociadas a la cómoda vida burguesa sino que se deben proyectar en compromiso real por las personas, en especial, por las más vulnerables y perseguidas. Un personalismo que no pase por un compromiso militante y solidario a favor de la dignidad humana y la justicia se desfonda por falta de congruencia.
–¿Es posible que el pensamiento cristiano vuelva a tener un lugar en la cultura contemporánea? Tanto en Europa como en América Latina las sociedades cada vez más parecen configurarse como si Dios no existiese…
Rodrigo Guerra: Cuando Husserl murió, Edith Stein le escribió una breve reflexión a una de sus amigas: “No tengo preocupación alguna por mi querido Maestro (Edmund Husserl). He estado siempre muy lejos de pensar que la misericordia de Dios se redujese a las fronteras de la Iglesia visible. Dios es la verdad. Quien busca la verdad busca a Dios, sea de ello consciente o no.”
Este breve texto refleja una actitud de honesta simpatía por todo lo humano, por todas las búsquedas sinceras de la verdad aún cuando estén llenas de fragilidad. Así mismo, muestra una confianza grande en la gracia que opera de manera misteriosa pero real en todos.
El pensamiento cristiano y en particular la filosofía cristiana resurgirán como una propuesta culturalmente relevante para Europa y para América Latina no tanto a base de planes estratégicos o de exhortos más o menos encendidos sino cuando formemos nuevas generaciones de jóvenes capaces de reconocer en el seno de la modernidad y de su crisis la voz de las exigencias fundamentales que brotan del corazón humano. Estas exigencias siempre están marcadas por el hambre de verdad, bondad y belleza.
Al final, estas exigencias, son anhelo de que un Dios vivo y encarnado se haga presente y reconstruya la vida dándole sentido a todo. Todo ser humano busca a Cristo aunque no lo sepa. Toda búsqueda honesta de la verdad contribuye a que una nueva cultura emerja, una cultura en la que el cristianismo pueda vivir con libertad, y desde esta experiencia, ofrezca el aliento necesario para pensar la verdad con nuevos ojos.
Por Jaime Septién