MÉXICO, jueves, 19 de agosto de 2010 (ZENIT.org-El Observador).- En días pasados, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de México, «una vez más, ha tomado una decisión injusta respaldada por los cánones de la corrección política» al constatar la posibilidad jurídica de adopción de parejas homosexuales, según lo ha legislado ya la autoridad del Distrito Federal, declara a Zenit-El Observador el historiador y experto en cuestiones jurídicas Jorge Traslosheros Hernández.
–¿A la Suprema Corte de Justicia de la Nación se le «olvidó» el fin superior de la adopción?
–Jorge Traslosheros: La Suprema Corte una vez más ha tomado una decisión injusta respaldada por los cánones de la corrección política. Antes de pensar en el superior interés de los niños, antes de conducirse con la prudencia que exigía el caso, como lo han hecho otros tribunales alrededor del mundo, lejos de acogerse a la sabiduría que da sustancia a la justicia, puso por delante la ideología y creó de facto el «derecho a la adopción» como privilegio exclusivo de las uniones homosexuales.
–Pero, espéreme un poco, ¿la adopción es un «derecho»?
–Jorge Traslosheros: Es un derecho que los heterosexuales, solteros o casados, unidos o «arrejuntados», nunca han tenido y que nadie debería tener por justas razones. Se ha dado un paso más en consolidación de la tiranía de los supuestos derechos en México, la cual se alimenta de crear grupos de privilegio que se constituyen en una auténtica casta de brahmanes.
–¿Ahora resulta que el Derecho es instrumento de una tiranía cuando la teoría del Derecho dice todo lo contrario?
–Jorge Traslosheros: El término «tiranía de los derechos» debería ser un oxímoron pues, en teoría, los derechos existen para proteger al ciudadano contra las tendencias autoritarias de quienes ejercen el poder. Sin embargo, ha sido propio de la cultura de los políticos mexicanos el crear grupos especiales de apoyo, a los que luego llenan de privilegios en detrimento del conjunto de la sociedad. Se trata de una muy añeja experiencia mexicana de la cual, por ejemplo, el sindicalismo charro es ejemplo típico y por el cual los sistemas de salud y educativo desfallecen en la mediocridad.
Ahora, por decisión de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal dominada por el Partido de la Revolución Democrática -que no es ni lo uno ni lo otro-, por el gobierno de la Ciudad y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se ha dado un paso más en la profundización de esta perniciosa tendencia que nada tiene que ver con la democracia y que ha encontrado en la llamada «ideología de género y gay» un impulso significativo.
–Ellos dicen que se está protegiendo la equidad, la igualdad y la justicia; que se está aplicando el Derecho en puridad: ¿usted cree eso?
–Jorge Traslosheros: En teoría, el Derecho debe crear un conjunto de derechos al común de la población, con el fin de garantizar condiciones de igualdad, justicia y libertad para cualquier persona en razón de dos principios: que todos somos iguales en dignidad y que el fuerte tiene la obligación de asistir al débil. Por lo mismo, cuando alguien se encuentra en situación vulnerable se deben crear condiciones jurídicas especiales de equidad por el tiempo que sea necesario, incluso si se torna permanente. Ejemplos clásicos son la mujer embarazada y la parturienta, los refugiados, los discapacitados, los enfermos y, de manera especial, los niños.
La razón de ser de esta cultura jurídica es la persona. La cultura jurídica centrada en la persona, como es fácil notar, está en las antípodas de aquella que crea grupos privilegio y que es propia de los regímenes autoritarios sin distinción, incluyendo los pintados de colores.
–¿No se está protegiendo la centralidad de la persona cuando se protegen los derechos de los homosexuales? Es un argumento que se usa mucho hoy en día…
–Jorge Traslosheros: Cuando la centralidad de la persona se abandona, entonces se usa el Derecho para crear estatutos de privilegio que, a su vez, encumbran a grupos específicos por encima del conjunto de la sociedad generando situaciones de injusticia y, por ende, de violencia. Con esto, obvio es decir, se abandona la obligación de proteger al débil y se confirma la ley del más fuerte. Tal es lo que sucede con el ahora llamado derecho a la adopción creado supuestamente para proteger el principio de no discriminación a los homosexuales. El derecho a la adopción, por esta combinación con la no discriminación, se convierte en la obligación de la autoridad de entregar a los niños en adopción a las parejas homosexuales que así lo soliciten.
–Volvemos al tema de fondo, que se está «creando» un derecho en México…
–Jorge Traslosheros: Es muy importante tener presente que, el llamado derecho a la adopción nunca había existido en México, porque se comprendía muy bien que los niños no existen para satisfacer los deseos o necesidades de los adultos por legítimos o justificados que sean o parezcan.
En razón del interés superior del niño, los procesos de adopción se habían regido bajo la lógica de que los adultos se tienen que someter a muy duras pruebas de idoneidad en donde los factores de estabilidad emocional, social, económica, matrimonial o personal han jugado un papel muy importante, entre muchas otras cosas. Los adultos, entonces, no han ejercido jamás derecho alguno a la adopción. Todo lo contrario, han tenido que demostrar en los hechos que, fuera de ideologías y más allá de cualquier duda, son aptos para asumir con plena responsabilidad a un hijo.
La paternidad, como bien sabemos, es un don y una responsabilidad, no es un derecho por sí mismo. En todo caso, sería consecuencia y siempre sujeto al ejercicio de la responsabilidad. Como bien podemos darnos cuenta, puesto que el interés superior del niño manda, el derecho a la adopción no debe existir para nadie con independencia de su calidad, condición, religión, raza, etnia o preferencia sexual. Los niños no son cosas para satisfacer las necesidades de los adultos.
–Pero las cosas ya no serán así de ahora en adelante…
–Jorge Traslosheros: En efecto. Las parejas homosexuales ejercerán el privilegio exclusivo del derecho a la adopción y quien se lo niegue podrá ser acusado de discriminarlos por razones de preferencia sexual. Quien lo hiciere, podría sufrir castigos penales y administrativos que, para el caso, ya se cocinan algunas leyes en la Ciudad de México siguiendo modelos europeos.
Esto no es ciencia ficción. En varios países del viejo continente ya es una realidad. En Inglaterra, por citar ejemplos al azar, no hace mucho un niño fue arrebatado del cuidado de sus abuelos, quienes ejercían el derecho del niño a una familia, por la decisión de un juez de entregarlo en adopción a una pareja de homosexuales. Ante sus reclamos, los abuelos fueron amenazados de prohibírseles visitar al nieto porque promovían un discurso de odio. De igual mala suerte, orfanatorios en manos privadas tuvieron que cerrar pues este derecho transformó la negativa de entregar los niños a homosexuales en un crimen, sin importar mucho la idoneidad de los solicitantes. Los casos se han multiplicado. Valgan, por ahora, estos ejemplos.
–¿A esto es posible llamarle democracia?
–Jorge Traslosheros: La tiranía de los supuestos derechos, enraizada en la autoritaria cultura política mexicana, sigue avanzando en nuestro dolido país. A los muchos grupos de privilegio que ya existen, ahora se suma el de los homosexuales. Se trata de estatutos de privilegio inaceptables en una sociedad que aspira a la democracia y a la justicia. Aquí no importa que estos grupos sean LBTTGI (lésbico, bisexual, transexual, transgénero, gay, interse
xual), o sean sindicalistas, políticos, religiosos o de cualquier tipo pues, sin excepción, en la medida que se imponen al resto de la sociedad generan una lógica de fuerza que lastima a cada persona y a todas las personas. Una sociedad con aspiraciones democráticas debe alejarse lo más posible de la lógica autoritaria y construir una cultura jurídica centrada en la persona.
–Como en tantas ocasiones en México, estamos situando los caballos detrás de la carreta…
–Jorge Traslosheros: Jesús de Nazaret bien dijo que el sábado fue creado para el hombre y no el hombre para el sábado; así, en la misma lógica, podemos afirmar que los derechos deben estar al servicio de las personas y no las personas al servicio de los derechos. Es muy grave la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que avala lo legislado y decidido en la Ciudad de México, pues ha puesto el Derecho al servicio de un grupo de privilegio. Contra su obligación de velar por la justicia, ha coadyuvado fuertemente a la consolidación de la tiranía de los derechos en nuestro país.
Por Jaime Septién