RÍMINI, martes 24 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- Con el título “Hermanos de Europa” y una fotografía a toda página que muestra el abrazo entre el cardenal Péter Erdő, primado de Hungría, y el Metropolita Filarete, Exarca patriarcal de toda Bielorrusia, el diario Meeting Quotidiano recogía el encuentro más significativo del Meeting de Rímini.
Ayer lunes 23 de agosto, frente a un público de once mil personas, el abrazo entre el cardenal Erdő, que es también presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y Filarete, que es también Metropolita de Minsk y Sluzk, representa un acontecimiento que ha sido definido como “histórico”.
De hecho, no hay memoria, en los tiempos recientes, de un encuentro de este nivel entre representantes de la Iglesia católica y las de la Iglesia ortodoxa rusa, las dos comunidades cristianas más grandes e influyentes de Europa.
Cada vez más estrecha es la coincidencia de visión entre católicos y ortodoxos rusos de cara a las cuestiones sensibles que afectan a Europa, como la presencia pública del Crucifijo, el reconocimiento de las raíces cristianas, la defensa de la vida y de la familia natural, la enseñanza de la religión, y la libertad religiosa.
A raíz de las buenas relaciones, hace pocas semanas, se abrió la Nunciatura apostólica en Moscú, y se hablar cada vez con más insistencia del encuentro entre el Pontífice Benedicto XVI y el Patriarca de Moscú Kiril I.
A propósito de esto, el Metropolita Filarete afirmó que “los tiempos están maduros para un encuentro entre el Papa y el Patriarca. En 2011 podría ser también posible, yo no veo obstáculos en principio”.
“Con la Iglesia católica – añadió Filarete – estamos desde hace tiempo en diálogo, a veces con momentos de empuje, a veces con bajadas de tensión. Ahora estamos en un momento de estabilidad, pero desde ambas partes estamos abiertos al diálogo. Espero que esta atmósfera continúe”.
Respecto a las relaciones con los ortodoxos, el cardenal Erdő afirmó que “la Iglesia católica y la ortodoxa dogmáticamente están tan cercanas que a mí personalmente me produce dolor físico la circunstancia de que no exista una comunión plena y completa”.
El presidente del CCEE y el Metropolita se encontraron en el Meeting de Rímini para debatir sobre el tema “Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, creer de verdad, en la divinidad del Hijo de Dios, Jesucristo?”.
El tema estaba tomado de la novela “Los demonios” de Fedor Dostoevskij y refleja un interrogante que atravesaba a las élites europeas en los años setenta del siglo XIX. Interrogante que vuelve a ser de rabiosa actualidad.
El Exarca Filarete explicó que “Europa ha cambiado completamente, el hombre europeo ha cambiado hasta hacerse irreconocible. Y sin embargo el interrogante es siempre el mismo”.
El Metropolita expuso las dudas que albergan los europeos de nuestro tiempo, y para superarlos indicó el trabajo de “una conciencia viva, que no se calle, sino que haga arder la mentira que acecha el corazón y desenmascare el pecado que acecha al alma”.
Para vencer este desafío, el Metropolita Filarete recordó la parábola en la que Jesús salva al chico sordomudo y endemoniado, precisando que “todo es posible para el que cree”, subrayando la reacción del padre del muchacho, el cual exclamó: “¡Creo, Señor! Ven en ayuda de mi incredulidad!”.
Filarete concluyó afirmando que “debemos pedir que el Señor ayude a nuestra fe, porque todo es posible para el que cree”.
El cardenal Erdő mostró por su parte las contradicciones de los intelectuales europeos contemporáneos, sobre todo en lo que respecta a la existencia de Dios.
Por una parte – explicó el primado de Hungría – ya no parecen atrayentes “una postura llanamente atea”, o “el famoso materialismo histórico y dialéctico del marxismo tradicional”, y por otra parecen de moda “tipos de actitud más o menos panteístas”.
Y sin embargo – prosiguió el purpurado – “en la identidad cultural europea está arraigada la herencia judeocristiana tanto como la grecorromana, y el elemento más en conexión con su visión del mundo es el cristianismo”.
“Si el hombre de hoy se plantea seriamente la cuestión de la existencia de Dios, absoluto, trascendente y personal – añadió – debe indagar también sobre la posibilidad de la comunicación entre Dios y el hombre sucedida en Jesucristo”.
Remitiéndose a los estudios publicados por el Pontífice Benedicto XVI y por el cardenal alemán Alois Grillmeier, el primado de Hungría sostuvo que “el Cristo de la fe y el Jesús histórico son la misma persona, y que el motivo de la fe en Cristo como Hijo de Dios, como verdadero hombre y verdadero Dios, a fin de cuentas, proviene de la autocomprensión de Jesucristo”.
“Uno solo es Dios y uno solo es también el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesucristo”, subrayó el cardenal Erdő, y por esto “debemos ser mensajeros y misioneros de la nueva evangelización de Europa. Debemos estar unidos con nuestros otros hermanos cristianos, para que la unidad pueda reforzar nuestro testimonio”.
Por Antonio Gaspari, traducción del italiano por Inma Álvarez