ROMA, lunes 7 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Con ocasión del Miércoles de Ceniza – el próximo 9 de marzo –, día de comienzo de la Cuaresma, Benedicto XVI presidirá la Estación cuaresmal en la Basílica romana de Santa Sabina en el Aventino.
Esta antigua basílica, construida en el siglo V en el lugar donde, según la tradición, vivía la santa matrona romana Sabina, fue entregada por el papa Honorio III a santo Domingo de Guzmán, como sede de la orden dominica en Roma.
La celebración, según informó el pasado fin de semana la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, se desarrollará de esta forma: a las 16,30 h., en la iglesia de San Anselmo en el Aventino, tendrá lugar un momento de oración, al que seguirá la procesión penitencial hacia la Basílica de Santa Sabina.
En la procesión tomarán parte los cardenales, los arzobispos, los monjes benedictinos de San Anselmo, los dominicos de Santa Sabina y algunos fieles.
Al final de la procesión, en la Basílica de Santa Sabina, tendrá lugar la celebración de la Eucaristía con el rito de bendición y de imposición de las cenizas.
La costumbre de celebrar en Cuaresma la Misa “estacional” se remonta a los siglos VII-VIII, cuando el Papa celebraba la Eucaristía asistido por todos los sacerdotes de las iglesias de Roma, en una de las 43 basílicas estacionales de la Ciudad.
Tras una oración inicial, comenzada la Procesión de una iglesia a otra mientras se cantaban las Letanías de los Santos, y se concluía con la celebración de la Eucaristía.
Al final de la Misa, los sacerdotes tomaban el pan eucarístico (fermentum) y lo llevaban a los fieles que no habían podido participar, para indicar la comunión y la unidad entre todos los miembros de la Iglesia.
La imposición de las cenizas era un rito reservado al principio a los penitentes públicos, que pedían ser reconciliados durante la Cuaresma. Con todo, por humildad y reconociéndose necesitados de reconciliación, el Papa, el clero y después todos los fieles quisieron con el paso del tiempo recibir también las cenizas.
La Estación Cuaresmal indica la dimensión peregrinante del pueblo de Dios que, en preparación a la Semana Santa, intensifica el desierto cuaresmal y experimenta la lejanía de la “Jerusalén” hacia la cual se dirigirá el Domingo de Ramos, para que el Señor pueda completar – en la Pascua – su misión terrena y realizar el designio del Padre.