CIUDAD DEL VATICANO, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI tenía una alta opinión de su predecesor, Juan Pablo II, afirma el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi.

En su editorial para el semanario informativo Octava Dies, del Centro Televisivo Vaticano, Lombardi afirma que Benedicto XVI “es el primer Papa de los tiempos modernos que puede proclamar beato a su predecesor, de quien fue durante más de dos décadas uno de sus principales colaboradores”.

Entre las muchas voces que en estos días ofrecen su testimonio sobre Juan Pablo II, afirma el portavoz vaticano, “es justo escuchar en particular la suya”, recordando la entrevista que concedió el Papa Benedicto a la Televisión Polaca en octubre de 2005.

Lombardi recuerda en el editorial algunas de las frases que pronunció el Pontífice sobre su predecesor durante aquella entrevista, que ZENIT publicó en su servicio del 16 de octubre de 2005 (ver www.zenit.org/article-17145?l=spanish) .

“Respecto al mundo, creó una nueva sensibilidad hacia los valores morales, hacia la importancia de la religión en el mundo”, decía el Papa Benedicto. “Todos los cristianos han reconocido --no obstante las diferencias -- que él es el portavoz de la cristiandad. También para los no cristianos y para las otras religiones, él fue el portavoz de los grandes valores de la humanidad”.

Y también “supo entusiasmar a la juventud con Cristo. Que la juventud se haya entusiasmado por Cristo y por la Iglesia y también por valores difíciles sólo podía conseguirlo una personalidad con ese carisma; sólo él podía movilizar a la juventud del mundo por la causa de Dios y por el amor de Cristo”.

Finalmente, decía el Papa en aquella ocasión, “era el hombre del Concilio. Nos ayuda a ser verdaderamente Iglesia de nuestro tiempo y del tiempo venidero”.

“Dios, Jesucristo, la unidad de los cristianos, el diálogo entre las religiones por el bien de la persona y de toda la humanidad: son desde el primer día de Pontificado las prioridades del Papa Benedicto”, subraya Federico Lombardi.

“Es la herencia que recoge de su Predecesor. No sólo como indicación operativa, sino como poderosa inspiración espiritual, que surge de su testimonio y de su viva y continua presencia espiritual en el camino del Pueblo de Dios”, concluye”.