Mensaje del Papa para la Campaña de Fraternidad 2011 de Brasil

El hombre debe cuidar la creación, como un hijo la herencia de su padre

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a monseñor Geraldo Lyrio Rocha, arzobispo de Mariana y presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), con motivo de la Campaña de Fraternidad que se celebra cada año en Brasil.

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Al Venerado Hermano
DOM GERALDO LYRIO ROCHA
Arzobispo de Mariana (MG) y Presidente de la CNBB

Con viva satisfacción quiero unirme, una vez más, a toda la Iglesia en Brasil, que se propone recorrer el itinerario penitencial de la cuaresma, en preparación para la Pascua del Señor Jesús, en el que se inserta la Campaña de Fraternidad, cuyo tema en este año es: «Fraternidad y vida en el Planeta», pidiendo un cambio de mentalidad y actitudes para la salvaguarda de la creación.

Pensando en el lema de esta Campaña, «la creación gime con dolores de parto», que se hace eco de las palabras de san Pablo en la Carta a los Romanos (8,22), podemos incluir entre los motivos de tales gemidos el daño provocado en la creación por el egoísmo humano. Con todo, es igualmente verdadero que la «creación espera ansiosamente la revelación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Así como el pecado destruyó la creación, ésta es también restaurada cuando se hacen presentes «los hijos de Dios», cuidando del mundo para que Dios sea todo en todos (cf. 1 Co 15, 28).

El primer paso para una recta relación con el mundo que nos rodea es justamente el reconocimiento, por parte del hombre, de su condición de criatura: el hombre no es Dios, sino Su imagen; por eso, debe procurar volverse más sensible a la presencia de Dios en aquello que está a su alrededor: en todas las criaturas y, especialmente, en la persona humana hay una cierta epifanía de Dios. “Quien sabe reconocer en el cosmos los reflejos del rostro invisible del Creador, es llevado a tener mayor amor a las criaturas” (Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de la Santísima Madre de Dios, 1-01-2010). El hombre sólo será capaz de respetar a las criaturas en la medida en que tenga en su espíritu un sentido pleno de la vida; en caso contrario, será llevado a despreciarse a sí mismo y a aquello que le rodea, a no tener respeto por el medio ambiente en que vive, por la creación. Por eso, la primera ecología que debe ser defendida es la «ecología humana» (cf. Benedicto XVI, Encíclica Caritas in veritate, 51). O sea, sin una clara defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural; sin una defensa de la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer; sin una verdadera defensa de quienes son excluidos y marginados por la sociedad, sin olvidar, en este contexto, a aquellos que lo pierden todo, víctimas de desastres naturales, nunca se podrá hablar de una auténtica defensa del medio ambiente.

Recordando que el deber de cuidar del medio ambiente es un imperativo que nace de la conciencia de que Dios confía Su creación al hombre, no para que éste ejerza sobre ella un dominio arbitrario, sino que la conserve y cuide como un hijo cuida de la herencia de su padre, y una herencia confió Dios a los brasileños, de buen grado os envío una propiciadora Bendición Apostólica.

Vaticano, 16 de febrero de 2011

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original portugués por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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