ROMA, domingo 20 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El Señor nos haga humildes como san José. Es lo que dijo el pasado sábado Benedicto XVI, en la meditación con la que se concluyeron en el Vaticano, los Ejercicios Espirituales de Cuaresma para el Papa y la Curia Romana. Comenzados el pasado 13 de marzo y predicados por el padre François-Marie Léthel, sobre el tema: “La luz de Cristo en el corazón de la Iglesia -Juan Pablo II y la Teología de los Santos”.</p>
En su discurso de agradecimiento al carmelitano descalzo, prelado secretario de la Academia Pontificia de Teología, Benedicto XVI se detuvo, en el día de su onomástico, sobre la figura de san José, custodio de la Sagrada Familia y patrón de la Iglesia universal.
“Un humilde santo -recordó el Papa- un humilde trabajador, que fue considerado digno de ser Custodio del Redentor. San Mateo, define a San José con una palabra: “Era un justo” … “’justo’ es el hombre que está inmerso en la palabra de Dios, que vive en la Palabra de Dios, que vive la Ley no como un ‘yugo’ sino como ‘alegría’,vive -podemos decir- la Ley como ‘Evangelio’”.
San José, prosiguió el Santo Padre, “estaba inmerso en la Palabra de Dios, escrita, transmitida en la sabiduría de su pueblo” y de esta manera “estaba preparado y llamado a conocer al Verbo Encarnado”.
“Nos confiamos en este momento -concluyó- a su custodia, recemos para que nos ayude en nuestro humilde servicio. Vayamos adelante con valentía bajo esta protección. Agradecidos por los santos humildes, recemos al Señor para que nos haga a nosotros humildes en nuestro servicio y de esta manera santos en la compañía de los Santos”.
En una carta de agradecimiento al Padre Léthel, el Papa recordó el camino espiritual inspirado por el testimonio de Juan Pablo II, que será declarado beato el próximo 1º de mayo, en el domingo de la Octava de Pascua, fiesta de la Divina Misericordia.
En particular, el Pontífice subrayó que las meditaciones cuaresmales sirven para profundizare en el encuentro con “ las figuras vivas de algunos Santos y Santas, como estrellas luminosas que giran alrededor del Sol que es Cristo, Luz del mundo”.
En su meditación el padre Léthel habló de san Juan de la Cruz, san Luis María Grignion de Montfort, santa Teresa de Lisieux y santa Juana de Arco, también de Concepción Cabrera de Armida, laica mística y madre de familia, declarada Venerable por Juan Pablo II en 1999, y de la joven laica Chiara Luce Badano, del Movimiento de los Focolares, beatificada en 2010.
“Con este planteamiento -escribió el Papa- usted se ha ajustado muy bien al programa de catequesis desarrollado por mí estos años durante las Audiencias Generales, con el propósito de conocer mejor y amar a la Iglesia, así como esta se muestra en la vida, en las obras y en las enseñanzas de los Santos: a partir de los Apóstoles y a través del gran grupo formado por los Padres y por los otros escritores antiguos, por los teólogos y por los místicos de la edad medieval, especialmente el nutrido grupo de mujeres, hasta llegar a la serie de Doctores de la Iglesia, que estoy a punto de terminar”.
“ Esta línea de reflexión y de contemplación sobre el misterio de Cristo reflejado, por decir de alguna manera, en la existencia de sus más fieles imitadores, constituye un elemento fundamental que heredé del Papa Juan Pablo II y que he continuado con plena convicción y con gran alegría”, observó.
“Sé bien, querido hermano, que mi agradecimiento usted lo entiende como dirigido también a la Orden Carmelitana de la que forma parte. Aprecio y comparto este sentimiento y lo extiendo a la más amplia dimensión eclesial, ya que este curso de Ejercicios nos ha hecho sentir más que nunca a la Iglesia como comunión de los santos”.