CIUDAD DEL VATICANO, domingo 20 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos la Carta que el Santo Padre Benedicto XVI dirigió al Reverendo P.P François-Marie Léthel, O.C.D. Prelado Secretario de la Academia Pontificia de Teología, como conclusión de los Ejercicios Espirituales preparados por él para el Papa y la Curia Romana, la pasada semana en el Vaticano.
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Reverendo Padre
François Marie Lethel O.C.D.
Prelado Secretario de la Academia Pontificia de Teología
De corazón quiero expresarle mi más profunda gratitud por el precioso servicio que usted nos ha ofrecido, a mí y a mis colaboradores de la Curia Romana, predicando, en estos días pasados, los Ejercicios Espirituales. También gracias al esfuerzo por usted realizado en esta circunstancia, hemos podido entrar en el Tiempo Cuaresmal, como la Madre Iglesia, siguiendo la divina Palabra, nos pide: estando más atentos a la voz del Señor.
Motivo de especial reconocimiento es el itinerario que usted, Reverendo Padre, nos ha hecho recorrer a través de las meditaciones: un camino espiritual inspirado en el testimonio de mi Venerable predecesor Juan Pablo II, cuya próxima beatificación sugirió el tema de la santidad, para profundizar mediante el encuentro con las figuras vivas de algunos Santos y Santas, como estrellas luminosas que giran alrededor del Sol que es Cristo, Luz del mundo.
Con este planteamiento, usted se ha ajustado muy bien al programa de catequesis desarrollado por mí estos años durante las Audiencias Generales, con el propósito de conocer mejor y amar a la Iglesia, así como esta se muestra en la vida, en las obras y en las enseñanzas de los Santos: a partir de los Apóstoles y a través del gran grupo formado por los Padres y por los otros escritores antiguos, por los teólogos y por los místicos de la edad medieval, especialmente el nutrido grupo de mujeres, hasta llegar a la serie de Doctores de la Iglesia, que estoy a punto de terminar. Esta línea de reflexión y de contemplación sobre el misterio de Cristo reflejado, por decir de alguna manera, en la existencia de sus más fieles imitadores, constituye un elemento fundamental que heredé del Papa Juan Pablo II y que he continuado con plena convicción y con gran alegría.Sé bien, querido hermano, que mi agradecimiento usted lo entiende como dirigido también a la Orden Carmelitana de la que forma parte. Aprecio y comparto este sentimiento y lo extiendo a la más amplia dimensión eclesial, ya que este curso de Ejercicios nos ha hecho sentir más que nunca a la Iglesia como comunión de los santos. A la Iglesia, inspirada por la acción del Espíritu Santo, y a su madre, la Beata Virgen María, vaya nuestro agradecimiento. Nuestra Señora y San José, Esposo y Patrón de la Iglesia universal, que hoy celebramos y al cual usted ha dedicado la meditación de esta mañana, le den la abundancia de los dones celestiales, en prenda de los cuales le imparto la Bendición Apostólica, que voluntariamente extiendo a sus seres queridos.
Desde el Vaticano, 19 marzo 2011
BENEDICTUS PP XVI
[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]