Por John Flynn, L. C.
ROMA, domingo 20 de marzo de 2011 (ZENIT.org). – La presión por legalizar los matrimonios del mismo sexo continúa, mientas las organizaciones interesadas intentan convencer a los legisladores de que el matrimonio es algo que puede redefinirse para adaptarse a las últimas tendencias sociales.
En Irlanda, la coalición de gobierno del Fine Gael y de Partidos Laboristas, recientemente elegida, acaba de publicar su lista de propuestas políticas. Según pro familiar Iona Institute irlandés, el partido de más orientación liberal ha dejado su impronta en temas de familia.
El programa confía en que el gobierno analice el tema del matrimonio homosexual, indica el instituto en su página web. También dice que la ley de parejas civiles se cambiará para afrontar las anomalías u omisiones. Según el Iona Institute, esto podría dar a los padres del mismo sexo los mismos derechos que las parejas casadas.
Además, el programa afirma que se dará reconocimiento legal a los transexuales y tendrán la protección de leyes de igualdad.
Poco antes de que se hiciera público el programa, los obispos irlandeses animaron al parlamento a defender la familia. Las políticas públicas deben apoyar el bien común, afirmaban en una declaración el 3 de marzo tras un encuentro de todos los obispos irlandeses.
Lograr esto exige reforzar la familia, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, añadían.
Sin defensa
En Estados Unidos, el matrimonio homosexual ha llegado con mucha frecuencia a los titulares. El mes pasado, el fiscal general Eric H. Holder Jr anunciaba que la administración Obama no seguiría defendiendo en los tribunales las demandas contra la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA), que limita el matrimonio a las parejas heterosexuales.
El New York Times observaba el 24 de febrero que el presidente Obama y Holder consideran ahora que la ley es inconstitucional.
“Nuestra nación y nuestro gobierno tienen el deber de reconocer y proteger el matrimonio, no el de interferir en él ni redefinirlo, ni el de caricaturizar la profundas creencias de tantísimos ciudadanos como ‘discriminación’”, protestaba en una declaración del 3 de marzo el arzobispo de Nueva York, monseñor Timothy Dolan, presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.
monseñor Dolan continuaba precisando que el matrimonio basado en un hombre y una mujer es el cimiento de la sociedad y que, históricamente, los gobiernos lo han protegido por su contribución al bien común.
Estaba de acuerdo en que la discriminación injusta es mala. Sin embargo, no es injusto defender una ley que sólo busca proteger el significado del matrimonio. Ni es discriminación afirmar que un niño se criará mejor teniendo un padre y una madre y que el Estado tiene un interés en asegurar esto, añadía.
“Tener leyes que afirmen la importancia vital de las madres y de los padres – leyes que respalden, en vez de minar, el ideal de que los niños deberían ser criados por su propia madre y por su propio padres – es esencial para cualquier sociedad justa”, concluía Mons. Dolan.
Aunque siguen las demandas contra la DOMA en los tribunales federales, continúa el debate a nivel estatal.
En Rhode Island, el día 10 de marzo, cientos de personas acudieron a una sesión del senado sobre el tema del matrimonio homosexual. Quienes están a favor y quienes están en contra presentaron sus argumentos a los miembros del Comité Judicial del Senado, informaba el 11 de marzo el Providence Journal.
Monseñor Thomas J. Tobin, obispo de Providence, es uno de los opositores a la medida de reconocer el matrimonio homosexual. En una declaración el 7 de enero, subrayaba que aquellas personas con orientaciones homosexuales merecen amor y respeto. Al mismo tiempo advertía que legalizar el matrimonio para ellos va en detrimento del bienestar del Estado.
Maryland también ha estado en el centro del debate en este tema. A principios de este año el senado del estado aprobó una ley que legalizaba el matrimonio homosexual y se ha estado debatiendo en los últimos días en la cámara baja. El gobernador Martin O’Malley ha declarado que firmará la ley si se aprueba, informaba el 5 de marzo Associated Press.
Mientras se debatía la propuesta en la cámara, resultó evidente que la ley no tendría el apoyo suficiente por lo que se dejó morir la iniciativa sin votarla, informaba el 11 de marzo Associated Press.
Cambio drástico
Los tres obispos católicos de Maryland se mostraron muy activos en su campaña en contra de la medida de legalizar el matrimonio homosexual.
“La introducción de una legislación que redefina el matrimonio en nuestro estado debería reconocerse como lo que es – una propuesta de cambio drástico de una institución social que deriva de nuestra naturaleza humana como hombres y como mujeres”, declaraban el cardenal Donald Wuerl de Washington, el arzobispo Edwin O’Brien de Baltimore, y el obispo Francis Malooly de Wilmington, en un declaración del 8 de febrero.
“Nuestro objetivo como sociedad debería ser que el matrimonio se consolide, no desmontándolo en su conjunto, especialmente cuando los efectos del deterioro del matrimonio son tan evidentes”, indicaban.
La declaración señalaba también que, si se abandona la definición tradicional de matrimonio, será difícil llegar a una nueva definición que determine qué relaciones debería apoyar el gobierno.
En nuevas declaraciones los días 18 y 28 de febrero, los tres obispos criticaban además la falta de una protección adecuada de la conciencia de las instituciones religiosas y de los individuos.
El cardenal Wuerl señalaba el peligro de redefinir el significado del matrimonio en un artículo publicado el 13 de marzo en el National Catholic Register.
A lo largo de la historia humana, el matrimonio se ha entendido como el compromiso de un hombre y una mujer en una comunidad de vida, tanto para su apoyo mutuo como para engendrar y educar a los hijos, explicaba.
Y advertía que vaciar el matrimonio de su significado con fines políticos o en respuesta a algunos grupos de presión es un gran error.
Poligamia y poliamor
El miedo a que introducir el matrimonio homosexual conduzca a legalizar otras formas de unión no es ni mucho menos exagerado.
En Canadá, en donde el matrimonio homosexual se legalizó en el 2005, se está desarrollando un proceso legal en la Columbia Británica para decidir si se legaliza la poligamia.
No es esta la única variación de matrimonio que se propone. El año pasado el Boston Globe publicaba dos largos artículos sopesando las ventajas del poliamor, que es la práctica de tener una relación íntima con más de una persona a la vez, con el consentimiento de todos los implicados.
Uno de los argumentos utilizados a favor del reconocimiento de estas relaciones es que, con más de dos padres, incluso si hay una ruptura familiar, a los hijos les quedarían por los menos otros dos padres.
A día de hoy no hay nada predeterminado sobre qué noción de paternidad prevalecerá, proclamaba el artículo publicado el 24 de octubre.
“La ley determina qué convierte a alguien en padre legal, no es el matrimonio, ni la biología”, afirmaba en el artículo Nancy Polikoff, profesora de derecho familiar en la Facultad de Derecho de Washington de la Universidad Americana.
“Es necesario que la ley se adapte a la realidad de las vidas de los niños, y si los niños van ser criados por tres padres, la ley no debería escoge arbitrariamente a dos de ellos y decir que son los padres legales, y esta otra persona es un extraño”, afirmaba.
Hoy, en cuanto al matrimonio, no hay nada firme tras los cambios en el divorcio, la adopción y la tecnología reproductiva.
Es en verdad cierto que el matrimonio y la familia se han desestabilizado de modo grave en las últimas décadas, pero no parece ser precisamente una buena razón para debilitar aún más una institución ya debilitada.
El matrimonio es bueno para ti, proclamaba un estudio reciente. Mejora la salud física de los hombres y el bienestar mental de las mujeres y da como resultado una vida más larga y satisfactoria, informaba el 28 de enero el periódico Independent.
Son las conclusiones de un estudio llevado a cabo por los doctores John Gallacher y David Gallacher, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff, que han investigado la cuestión de si las relaciones son buenas para la salud.
Se trata de uno más de los incontables estudios que demuestran que las familias basadas en el matrimonio entre un hombre y una mujer hacen una contribución vital a los individuos y a la sociedad. Un buena razón para que el estado siga apoyándolas.