ROMA, lunes 21 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- «Dad a conocer el rostro de Dios, ayudad a las familias en dificultad”. Esta es la consigna dada por Benedicto XVI a los fieles de la parroquia de San Corbiniano, en un barrio al sur de Roma y no lejano de Ostia, consagrada al culto el pasado domingo.
A su llegada a la parroquia del Infernetto -llamada así porque antes se hacía el carbón en ese lugar- el Papa fue acogido por el vicario de Roma, cardenal Agostino Vallini y por monseñor Paolo Schiavon, obispo auxiliar del Sector Sur de la diócesis de Roma.
Esta parroquia fue fundada en 1999, como consecuencia de la gran expansión urbanística de esa zona, con el nombre de San Guillermo -hasta ahora el barrio sólo tenía la parroquia de Santo Tomás-, en 2008 asume el nombre de San Corbiniano, tras la construcción de la nueva iglesia, realizada por el arquitecto Umberto Riva, y cuya capacidad es de 300 personas.
La zona, que tiene casi 10.000 habitantes, casi 4.000 familias, es uno de los barrios con la tasa de natalidad más elevada en Roma y con muchas familias jóvenes: de hecho en 2010 se bautizaron más de 60 niños, mientras que 195 niños de cuarto y quinto curso participan en las catequesis para la primera comunión.
En un breve discurso de saludo, el párroco de San Corbiniano, don Antonio Magnotta, de 40 años de edad, dijo: “deseamos ser, en este barrio, signo luminoso de vínculos cordiales y serenos para hacer creíble el impagable honor de anunciar el Evangelio”.
“Como párroco -añadió- quiero poner en sus manos las de los niños y jóvenes, tan numerosos en este barrio, que son el corazón y la medida de esta parroquia. Deseo poner en sus manos las familias y en particular las manos de los papás: son ellos los que nos ayudan a recordar al oso de San Corbiniano que siguiéndolo humildemente llevaba el yugo del camino”.
La figura de San Corbiniano es muy querida para el Papa. Llegó, de hecho, en el 724 de Arpajon, cerca de París, a la antigua Baviera para anunciar el Evangelio, fue fundador y primer obispo de la diócesis de Frisinga. Y por tanto predecesor del Pontífice alemán, que desde 1977 al 1982 desempeñó el cargo de arzobispo de Münich y Frisinga.
Además en el escudo pontificio de Benedicto XVI aparece la imagen del llamado “oso de Corbiniano”, que se refiere a una leyenda relacionada con el segundo viaje del obispo a Roma, en el que un oso atacó y devoró a su bestia de carga. Se dice que, irritado por el contratiempo, el santo ordenó al oso que le llevase a Roma su equipaje, antes de dejarlo libre, una vez llegado a su destino.
“Que nuestra parroquia no desilusione nunca las esperanzas de los padres -prosiguió don Antonio Magnotta-. La Iglesia lleva con ellos el peso suave de la familia y mientras construimos esta joven comunidad, rezamos a Dios para que podamos ser ejemplo para las parejas jóvenes que se afanan en la tarea de fundar su propia casa”.
En su homilía, el Papa comienza haciendo referencia al relato de la Transfiguración, narrado por el Evangelio del II Domingo de Cuaresma, explicó que “la voluntad de Dios se revela plenamente en la persona de Jesús. Quien quiere vivir según la voluntad de Dios, debe seguir a Jesús, escucharle, acoger sus palabras, y con la ayuda del Espíritu Santo, profundizarlas”.
Después dirigiéndose a los fieles añadió: “Esta es la primera invitación que deseo haceros, queridos amigos, con gran afecto: creced en el conocimiento y en el amor a Cristo, sea como individuos, sea como comunidad parroquial, encontradle en la Eucaristía, en la escucha de su palabra, en la oración, en la caridad”.
“La misión de cada comunidad cristiana -continuó- es la de llevar a todos el mensaje del amor de Dios, dar a conocer a todos su rostro”. Para esto les ha animado a “llevar a cabo cada vez mejor esa Iglesia de piedras vivas que sois vosotros” y a “hacer de vuestra nueva iglesia el lugar en el que se aprenda a escuchar la palabra de Dios, la “escuela” permanente de vida cristiana de la que parta toda actividad de esta parroquia joven y comprometida”.
Dirigió después sus palabras a las familias, sobre todo a las que están “en dificultad, o que se encuentran en una condición de precariedad o de irregularidad”. “No las dejéis solas, sino estad cerca de ellas con amor, ayudándolas a comprender el auténtico designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.
Finalmente, el Papa se dirigió a los jóvenes: “La Iglesia espera mucho de vuestro entusiasmo, de vuestra capacidad de mirar adelante y de vuestro deseo de radicalidad en las decisiones vitales”.