CIUDAD DEL VATICANO, lunes 21 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- “Tierra Santa confía en la fraternidad de la Iglesia universal y desea corresponder a ella comunicando la experiencia de gracia y de dolor que marca su camino”.
Lo recuerda el Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el cardenal Leonardo Sandri, en la Carta que ha enviado a los Pastores de la Iglesia Universal en ocasión de la Colecta especial del Viernes Santo a favor de los Santos Lugares.
En el mensaje, firmado también por el arzobispo secretario del dicasterio, monseñor Cyril Vasil, S.I., el purpurado subraya que Tierra Santa reconoce “la gracia del Sínodo de los Obispos para el Medio Oriente y de la Visita Papal a Chipre”, acontecimientos que “han aumentado el interés del mundo y el nuevo aflujo de tantos peregrinos sobre las huellas históricas del Señor Jesús”.
“Pero siente también el dolor provocado por el incremento de las violencias contra los cristianos en las regiones orientales, cuyas consecuencias se manifiestan intensamente en Tierra Santa”, añade.
Los cristianos de Oriente, indica el purpurado, “experimentan la actualidad del martirio y sufren por la inestabilidad o por la ausencia de paz”, y la señal más preocupante sigue siendo “su imparable éxodo”.
Cualquier “signo positivo”, de hecho, no resulta suficiente “para invertir la dolorosa tendencia de la emigración cristiana, que empobrece toda el área al quedar privada de sus fuerzas más vitales, constituidas por las generaciones jóvenes”.
Por esta razón, el cardenal Sandri subraya el deber de todos de unirse al Papa Benedicto XVI “para animar a los cristianos de Jerusalén, Israel y Palestina, de Jordania y de los Países orientales circunstantes, con sus mismas palabras: ‘Nunca debemos resignarnos a la falta de paz. La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio’”.
La colecta del Viernes Santo “se inscribe en la causa de la paz, a la que los hermanos y las hermanas de Tierra Santa quieren servir como instrumentos eficaces en las manos del Señor, para bien de todo el Oriente”, recuerda el Prefecto del dicasterio vaticano.
Esta iniciativa, señala, es “la vía ordinaria e indispensable para promover la vida de los cristianos en aquella amada Tierra”.
El cardenal Sandri recuerda que el Papa invita “a ir más allá incluso del gesto –ciertamente digno de alabanza– de la ayuda concreta”.
“ La relación debe hacerse aún más intensa, hasta lograr la posesión de una «espiritualidad anclada en la Tierra de Jesús”, revela.
Como recuerda el Santo Padre en la Exhortación Apostólica post-sinodal Verbum Domini, “cuanto más vemos la universalidad y la unicidad de la persona de Cristo, tanto más miramos con gratitud aquella Tierra, en la que Jesús ha nacido, ha vivido y se ha entregado a sí mismo por todos nosotros”.
Los cristianos que viven en la Tierra de Jesús testimonian la fe en el Resucitado, observa el Pontífice, “están llamados no sólo a servir como «un faro de fe para la Iglesia universal, sino también como levadura de armonía, sabiduría y equilibrio en la vida de una sociedad que tradicionalmente ha sido, y sigue siendo, pluralista, multiétnica y multirreligiosa.”
La Congregación para las Iglesias Orientales, explica el cardenal, “se hace portavoz de las necesidades pastorales, educativas, asistenciales y caritativas de sus Iglesias”.
“Gracias a la solidaridad universal”, estas últimas “permanecerán arraigadas en los sufrimientos y en las esperanzas de sus respectivos pueblos, creciendo en la colaboración ecuménica e interreligiosa. Darán gloria a Dios y defenderán los derechos y deberes de cada persona y de las comunidades, comenzando por el derecho al ejercicio personal y público de la libertad religiosa”.
Del mismo modo, “se pondrán al lado de los pobres, sin ningún tipo de distinción, contribuyendo a la promoción social del Medio Oriente”.
“Sobre todo -concluyó- vivirán las bienaventuranzas evangélicas en el perdón y en la reconciliación”.
La Colecta “pro Terra Sancta” tiene el objetivo de sensibilizar a los fieles con el valor de la solidaridad hacia la comunidad y los entes católicos presentes en la región y y para promover iniciativas e intervenciones en favor de los Lugares Santos que conservan la memoria de Cristo.
La Congregación para las Iglesias Orientales recibe parte de la colecta “pro Terra Sancta” directamente de las Nunciaturas Apostólicas y, según el porcentaje establecido por las normas pontificias relativas, concede los subsidios ordinarios y extraordinarios a las circunscripciones eclesiásticas, a las órdenes religiosas y a otras personas jurídicas eclesiásticas en Líbano, Siria, Iraq, Jordania, Egipto y particularmente en Israel y Palestina.
La iniciativa es una tradición que se remonta a los tiempos de la Iglesia primitiva. El mismo Apóstol Pablo solicitaba a las comunidades de Asia Menor a sostener a sus hermanos de Jerusalén.
Fue Pablo V, en el Breve “Coelestis Regis”, del 22 de enero de 1618, el que estableció por primera vez esta finalidad, mientras que Benedicto XIV la confirmó con el Breve Apostólico “In supremo militantis Ecclesiae”, del 7 de enero de 1746.