OTTAWA, jueves 24 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Los obispos canadienses han desafiado a los jóvenes a vivir su sexualidad con alegría, en la verdad, como Dios quiere, a través del ejercicio de la castidad.
La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Conferencia de los Obispos Católicos Canadienses ha publicado una carta pastoral, dirigida a los jóvenes, sobre el tema de la castidad, en la que los obispos reconocen que “con tantas voces y opiniones sobre el sexo, es a menudo muy difícil saber como usar este regalo precioso”.
“Desde el principio de la creación, Dios nos ha dado un lenguaje para hablar. Además del don de la palabra, nos ha dado nuestro cuerpo”, que “se expresa mediante gestos que son, en sí mismos, un lenguaje. De la misma manera que nuestras palabras revelan quienes somos, así lo hace también nuestro lenguaje corporal”.
“El Señor quiere que hablemos este 'lenguaje sexual' en la verdad, porque este es el modo de vivir con alegría nuestra sexualidad”, observan los obispos.
“Este vivir en la verdad el lenguaje sexual de nuestros cuerpos es lo que la Iglesia llama 'castidad'”, añaden.
Amar de verdad
“La castidad expresa el respeto por las personas y por su capacidad de donarse”, afirma la carta. “Nos asegura que somos amados por lo que somos y que estamos amando a los demás por lo que son y no sólo por el placer que nos pueden ofrecer”.
“En una cultura que lo quiere todo en el momento, la castidad nos enseña también a esperar”, prosigue el texto.
Vivir castamente, declaran los obispos, “significa no ceder a presiones que pueden provenir de amigos que piensan que el hecho de tener actividad sexual define la masculinidad o la feminidad”
Para los prelados, “los prejuicios actuales contra la castidad son particularmente preocupantes por el modo de ver la sexualidad que implican: el hecho de 'relacionarse' recíprocamente por placer”.
“Esta no es sólo una ofensa contra la dignidad de la persona que es usada, sino que también implica a la que 'usa', a prácticas que provocan daño físico, emotivo y psicológico”.
“La castidad exige una disciplina constante”, destacan los obispos. “Significa ordenar correctamente nuestro corazón: poniendo a Dios en primer lugar, y después todo lo demás”.
Madurez sexual
Los obispos canadienses reconocen que “los esfuerzos por controlar los impulsos sexuales pueden ser complicados, e incluso dolorosos”.
“Su control, sin embargo, lleva a los hombres y mujeres a la madurez sexual y da paz interior”, afirman.
“¡Vivir castamente hoy significa ir a contracorriente! Estamos llamados a seguir a Jesús, a ser contracorriente”.
“Si queremos encontrar serenidad y alegría, debemos vivir conforme a la voluntad de Dios”, destacan los obispos. “Nos ha creado a su imagen, y si vivimos en base a sus mandamientos, seremos felices”.
“La castidad es un reto, pero no es imposible”, declaran.
Verdaderos amigos
En su carta, los obispos explican que “podemos rodearnos de amigos que quieran vivir, también ellos, de forma casta: personas que nos sostendrán en nuestro camino”.
“Podemos elegir sabiamente nuestras formas de entretenimiento, buscando lo que eleva el espíritu humano y expresa verdad, belleza y bondad”.
“Lo más importante, podemos vivir nuestra unión con Cristo recibiendo regularmente los sacramentos, sobre todo el de la reconciliación”.
“La práctica de confesar los pecados de impureza, y de hablar de nuestras tentaciones con un guía espiritual, puede ayudar a purificar nuestra mente y nuestro corazón”, destacan los obispos.
“Puede enseñarnos la humildad que necesitamos para aceptar nuestras debilidades, dándonos al mismo tiempo la fuerza del Señor para crecer en la castidad”.
“Cuanto más aceptamos la castidad y hacemos de ella nuestro estilo de vida, tanto más, la gente que nos rodea, percibirá que el Espíritu Santo vive en nosotros”.