ROMA, martes 29 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El objetivo de la intervención en Liba por parte de la comunidad internacional debe ser «una pacificación duradera», asegura el arzobispo Antonio Mennini, nuncio apostólico en Gran Bretaña, después de la Conferencia de Londres de este martes sobre la situación del país africano.
Esta propuesta, ha explicado monseñor Mennini en declaraciones a ZENIT, quien ha participado como observador de la Santa Sede por expreso deseo de Benedicto XVI, ha recibido «gran unanimidad sin voces discordantes».
El arzobispo de origen italiano ha revelado que «varias representaciones han subrayado cómo la acción militar se legitima sólo si asegura la seguridad de los civiles y preserva de la violación de los derechos humanos por parte del actual régimen».
Por este motivo, «si las operaciones militares tienen lugar bajo la égida de la OTAN, la gestión de las ayudas humanitarias tendrá que tener lugar a través de un delegado especial del secretario general de la ONU, involucrando de este modo a gran parte de la comunidad internacional».
En este sentido, informa el representante papal, «se ha constituido un grupo de contacto, del que forman parte además de los países de la colación, la Unión Europea (en particular, Suecia, país tradicionalmente neutral), los países de la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica, y obviamente la ONU, así como varios organismos humanitarios».
Las ayudas consistirán «no sólo en la ayuda inmediata a la población, sino también en la reconstrucción de las carreteras, acueductos, infraestructuras que han sido destruidos durante el conflicto».
No se ha previsto sólo un apoyo material. «Se ha expresado la voluntad –afirma Mennini– de ayudar a los libios a edificar un futuro político y social inspirado en los principios de democracia y libertad, pero no sustituyendo a los ciudadanos, sino creando un ambiente favorable en este sentido».
«En este futuro –aclara el nuncio apostólico en Londres–, se ha experimentado plena unanimidad para reconocer que no hay lugar para el actual presidente Muamar Gadafi».
«Se puede ver con optimismo la evolución de la situación en Libia, apoyando el deseo del Santo Padre para que las armas callen cuanto antes», concluye.
Por Chiara Santomiero