MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI se encontró hoy con cerca de mil seminaristas de todo el mundo, reunidos en la catedral de la Almudena de Madrid, a quienes insistió en la importancia de que su futuro ministerio sea coherente con su testimonio de vida.
El camino del sacerdocio “requiere valentía y autenticidad”, explicó el Papa, subrayando la necesidad de que avancen hacia el sacerdocio solamente si están “firmemente persuadidos” de que Dios les llama “a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia”.
El Pontífice insistió en que estos años de preparación sean vividos en el “silencio interior”, “permanente oración”, “constante estudio” e “inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia”.
“Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar”, afirmó.
Por ello, les exhortó a vivir el tiempo del seminario “con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís”.
No temer al mundo
Por otro lado, el Papa exhortó a los futuros sacerdotes a “no tener miedo” a una sociedad que se muestra contraria a los valores cristianos.
“Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo”, afirmó.
Por eso, añadió, “en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su Ordenación”.
Les exhortó a “no dejarse intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia”.
“Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia”.
Se refirió también a la cuestión del celibato, el cual, afirmó, está enraizado en la disponibilidad del sacerdote a la llamada divina.
“Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo”.
El Papa exhortó también a los presentes a la “caridad hasta el extremo para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores”, así como a la cercanía “de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad”.
“Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales”, concluyó.