ROMA, miércoles 8 febrero 2012 (ZENIT.org).- La Santa Sede reiteró su preocupación ante la situación en Siria, la violencia creciente y la ausencia de solución. Comunicó su dolor ante las numerosas víctimas civiles, señaló este lunes, interrogado por la prensa, el director de la Sala de Prensa vaticana, padre Federico Lombardi:
“No podemos permanecer indiferentes a lo que pasa en Siria”, afirmó el padre Lombardi. Citó el discurso de Benedicto XVI al cuerpo diplomático de 9 de enero último, en el que decía: “Tengo una gran preocupación por las poblaciones de los países en los que prosiguen tensiones y violencias, en especial Siria, donde deseo un rápido fin de los derramamientos de sangre y el inicio de un diálogo fructífero entre los actores políticos, favorecido por la presencia de observadores independientes”.
Algunas horas antes, precisa Radio Vaticano, el padre Dall’Oglio, jesuita, fundador de la comunidad monástica sirocatólica Deir Mar Musa, instalada desde hace varios años en Siria, había pedido una intervención diplomática de la Santa Sede, inmediata y al más alto nivel. La gravedad de la situación exigía, en su opinión, la movilización de todas las buenas voluntades.
Estimaba que esta iniciativa debería tener en cuenta las diversas sensibilidades, exacerbadas por el sufrimiento. Tanto las de las comunidades cristianas ortodoxo bizantinas, que mantienen estrechas relaciones con el Patriarcado de Moscú y que por tanto tienen un papel muy delicado actualmente, como las de los armenios, mayoritarios entre los cristianos de Siria. El Vaticano, sugería, podía aprovechar su larga experiencia de diálogo con el mundo musulmán.
Para el jesuita, la guerra civil ha comenzado ya en Siria, corre el riesgo de gangrenarse, y teme que las comunidades cristianas acaben como las de Irak.