Retos de la visita papal

Testimonio de monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

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GUANAJUATO, domingo 25 marzo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un artículo de un testigo de excepción de la visita de Benedicto XVI a México, el del obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel.

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+Felipe Arizmendi Esquivel

Este sábado fue de pausa y respiro para el Papa, para recobrar fuerzas por el agotador viaje y afinar detalles de los siguientes eventos. A los obispos del país y representantes de todos los países latinoamericanos, nos ofrecieron por la mañana un recorrido turístico y un concierto de música clásica religiosa.

Los fieles por todas partes siguen expresando su complacencia por esta visita. Algunos acumulan energías para la Misa multitudinaria del domingo. Otros, como lo vimos en su visita a Guanajuato, esperan horas y horas porque quieren ver al Papa, aunque sea por momentos instantáneos. No se limitan ni se dejan impresionar por quienes han hecho su profesión sistemática descalificar al Papa y a la jerarquía católica. Ven al Vicario de Cristo y no hacen comparaciones mediáticas con Juan Pablo II. Su fe, aunque no siempre sea sólida y coherente, les mueve a salir a las calles, gritar, aplaudir, caminar, peregrinar, esperar, sacrificarse, orar y confiar en la Iglesia. Saben que los casos de pederastia clerical entre nosotros son escasos y tienen plena confianza en sus sacerdotes. Por lo mismo, no es un asunto prioritario para el episcopado mexicano, y se le está atendiendo como lo debemos hacer. En la reciente aprobación de las Normas Básicas para la formación sacerdotal, se indica que deben ser excluidos definitivamente de los Seminarios quienes den indicios de una inadecuada madurez sexual y afectiva.

Resalto algunos de los retos que su presencia entre nosotros nos está planteando:

–Durante el vuelo de venida, dijo que viene a nuestro país a compartir las alegrías y esperanzas de este gran país, también ante las dificultades que vive. Dijo que viene para alentar y para aprender, para confirmar en la fe, en la esperanza y en la caridad y para confortar en el compromiso en favor del bien y de la lucha contra el mal. Esto nos reta a los pastores a compartir de cerca la vida de nuestro pueblo, animarle, escucharle, aprender de él, acompañarle para que su fe se exprese en un compromiso por el bien social.

–Se refirió al grave problema del narcotráfico y de la violencia. Dijo que es una gran responsabilidad de la Iglesia católica hacer lo posible contra este mal, destructivo para la humanidad y para nuestra juventud. En particular, dijo que nos corresponde educar las conciencias, educar a la responsabilidad moral y desenmascarar el mal; desenmascarar esta idolatría del dinero que esclaviza a los hombres; desenmascarar estas falsas promesas. Es un reto no sólo para los obispos, sino para todos cuantos somos esta Iglesia: padres de familia, educadores, comunicadores, políticos, líderes y muchos de los mismos narcotraficantes y violentos.

–Hizo una grave y muy preocupante afirmación: Tal vez hay en muchos católicos una cierta esquizofrenia entre la moral individual y la moral pública: individualmente, son creyentes católicos, pero en la vida pública siguen otros caminos que no responden a los grandes valores del Evangelio que son necesarios para el establecimiento de una sociedad justa. Es bueno educar para superar esta esquizofrenia, y tratar de hacer esto con la doctrina social de la Iglesia.

–En Guanajuato, en un acto simbólico y muy expresivo con los niños, nos urgió a protegerlos y cuidarlos, para que nunca se apague su sonrisa. No aludió explícitamente a los crímenes de pederastia clerical, pero en el fondo están estos y otros casos de sufrimiento de los niños. Por ello, nos urgió a todos no sólo evitar abusos, sino respetar y atender a todos los niños. Nos exigió a la Iglesia estar cerca de los niños y hacer cuanto debemos para que no se les apague su sonrisa. En el corazón del papa está una justa preocupación por la niñez, que debemos compartir.

Valoro y resalto también el gran servicio informativo que ha brindado sobre todo la televisión mexicana. Aunque no faltan comentarios ácidos de algunos de sus comunicadores, en general han colaborado con todo respeto a sentir más de cerca al papa y valorar sus reacciones y sus mensajes. Nuestro agradecimiento a todos.

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ZENIT Staff

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