LA HABANA, jueves 29 marzo 2012 (ZENIT.org).- El general de Ejército Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, despidió este miércoles 28 de marzo al papa Benedicto XVI, a las 16,30 horas, en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana, Cuba, al culminar su visita de tres días a la Isla. Ofrecemos el texto del discurso del presidente Castro.
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Santidad:
Desde su arribo a tierra cubana, nuestro pueblo le acogió, y hoy le despide, con sentimientos de respeto y afecto.
Su visita ha transcurrido en un ambiente de mutua comprensión. Su encuentro con los cubanos le ha dado la oportunidad de conocernos mejor y constatar la justeza de nuestros propósitos.
Cuba ha tenido como su principal objetivo la dignidad plena del ser humano. Somos conscientes de que ésta no solo se construye sobre bases materiales, sino también sobre valores espirituales, como la generosidad, la solidaridad, el sentimiento de justicia, el altruismo, el respeto mutuo, la honradez y el apego a la verdad.
Hacer el bien común fue un principio que aprendimos del padre Félix Varela. Luego, José Martí escribió que “ser cultos es la única manera de ser libres” y nos convocó a “conquistar toda la justicia”.
Conferimos suprema importancia a la familia, favorecemos todo lo que la enaltece y privilegiamos el papel de los padres en la educación de los hijos. Cuidamos de la niñez como nuestra mayor esperanza y alentamos a la juventud, sin ningún paternalismo, a la participación libre y creadora en las realizaciones de nuestra sociedad.
Reconocemos la contribución patriótica de la emigración cubana, desde el aporte decisivo a nuestra independencia de los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso y todos los que fueron sostén de los anhelos de José Martí, hasta los que se oponen hoy a quienes atacan a Cuba y manipulan el tema migratorio con fines políticos. Hemos realizado prolongados esfuerzos hacia la normalización plena de las relaciones de Cuba con su emigración que siente amor por la Patria y por sus familias y persistiremos en ellos por la voluntad común de nuestra Nación.
Es este un pueblo justo que se enorgullece de las virtudes de sus cinco hijos condenados por luchar contra el flagelo del terrorismo y defender la verdad, que los acompaña en cada minuto de su inmerecido encierro y comparte los sentimientos de sus familias que sufren.
Satisface a nuestro país estar entre los que más han hecho por la vida, la libertad y la dignidad humana.
Compartimos la certeza de que sólo la movilización de la conciencia de los pueblos, el respeto mutuo, el diálogo y la cooperación permitirán al mundo hallar soluciones a los más graves problemas.
Santidad:
Hemos encontrado muchas y profundas coincidencias, aunque, como es natural, no pensemos lo mismo sobre todas las cuestiones.
El pueblo cubano, abnegado e instruido, ha escuchado con profunda atención cada una de las palabras que Su Santidad le ha ofrecido.
Por su decisión de visitarnos, por sus afectuosos sentimientos hacia los cubanos, que siempre recordaremos, le expreso, en nombre de Cuba y en el mío propio, nuestra profunda gratitud y aprecio. Muchas gracias.