Una plaza llena de historia

Benedicto XVI en la Habana

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Por Paloma Rives, enviada especial

LA HABANA, jueves 29 marzo 2012 (ZENIT.org).- La plaza de la Revolución de La Habana es una plaza llena de historia para los cubanos. Aquí celebró el papa Benedicto XVI una multitudinaria Misa en una plaza repleta.

Hoy miércoles 28 de marzo fue imposible asistir a la Misa que la Santa Sede ofrece a los periodistas acreditados en el vuelo papal.

Imposible no por razones que pudieran imaginarse como el sueño, cansancio o desgano. Fue imposible porque, aunque las 3 de la mañana era la hora en la que supuestamente habría mas fácil acceso al internet, tardamos muchísimo mas de lo previsto en enviar la crónica anterior y subir las fotografías a Facebook y Twitter.

Entre 10 y 12 minutos para cada fotografía. Mas de 14 intentos para adjuntar el archivo de texto en el correo dirigido a nuestra editora en español, Nieves San Martín.

Terminamos cerca de las 6. 30 de la mañana y a las 7 en punto debemos abordar el autobús que nos traslada a la Plaza de la Revolución José Martí de la Habana.Hemos de comentar que en algunos rostros de los periodistas acreditados se nos nota un poco los estragos del viaje, sin embargo en la gran mayoría, la mirada se ha tornado más tranquila, como si se hubiera llenado también de esperanza.

Paró el autobús su camino y no estamos precisamente en la Plaza. Nos encontramos en las afueras de una oficina del gobierno cubano donde nos solicitan depositar en un aparato de rayos x tanto el equipo de trabajo como el pequeño equipaje personal.

Pasamos un arco de seguridad y al final nos devuelven lo entregado.

Iniciamos el caminar durante unos 4 bloques. Pasan a nuestro lado varios automóviles Mercedes Benz, los vehículos oficiales de Raúl Castro.

Mientras avanzamos, identificamos los rostros del Ché Guevara y del comandante Camilo Cienfuegos. A la derecha de éste, la primer frase del lema del año jubilar correspondiente a los 400 años de la llegada de la Virgen de la Caridad del Cobre a Cuba: “A Jesús por María”. A la izquierda, a un costado de la figura del Ché Guevara, la segunda frase: “La caridad nos une”.

“A Jesús por María, la caridad nos une” flanquea a los héroes de la Revolución Cubana.

El altar al centro. Color amarillo con la bandera de Cuba y por supuesto a la derecha del altar la Virgen Peregrina de la Caridad del Cobre. Al pie, sacerdotes que concelebrarán la Santa Misa.

Nos ubican detrás de varios, decenas de diáconos que muestran la felicidad propia de quien espera con ansias una visita del Sumo Pontífice después de varios años.

En su momento, preguntamos a uno de los jóvenes pertenecientes a la pastoral que cantó en la llegada del papa un día anterior. Se llama Eney, tiene 15 años y no puede ocultar su alegría.

¿Cómo te sientes por la llegada del Papa? “¡Súper emocionao! Cuba está emocionao soy de la parroquia de la Milagrosa y soy monaguio de Guanabacoa. ¡Guanabacoa aquí presente con la llegada del papa!».

A un lado de él una señora muy simpática que abona a la conversación: “Estamos muy emocionaos ¡Dios ha permitido esto! esta entrada del señor a nuestra tierra que traerá paz y amor” –comienza a llorar con gran ternura y reitera–: “¡estoy muy emocioná!” Al ver que el testimonio se ha interrumpido por las lágrimas, Eney dice: “¡Benedicto, amigo! ¡Cuba está contigo!” Se abrazan y repiten: “Y la Iglesia está contigo”. Muestras de un afecto que solo la fe puede regalar.

También encontramos a monseñor Ramón Suárez Polcari, canciller de la Diócesis y uno de los encargados de la recepción de S.S Benedicto XVI a La Habana.

“Estoy muy contento y emocionado. Siempre encontrarse con el papa, para un católico, es algo muy grande por todo lo que representa. Pero tenerlo aquí en La Habana pues para mí es un gozo muy grande. Esto se preparó con mucho amor. Yo se lo decía a él cuando lo saludé. Que eran grupos juveniles de religiosos, de una orquesta sinfónica de jóvenes, la escuela de ballet de Alicia Alonso. La Iglesia puede ser estimuladora cuando le predicamos al pueblo que necesita levantar su ánimo, mantener la esperanza, seguir adelante, buscar las virtudes. Se nos ha pedido eso, que la Iglesia transmita la espiritualidad que tanto necesita el pueblo”.

El pueblo que se reúne en la Plaza de la Revolución José Martí. Que se vuelca en expresiones de valentía y afecto hacia Benedicto XVI.

Podemos identificar todo tipo de personas: jóvenes, adultos, ancianos e incluso niños esperando la llegada del vicario de Cristo.

Incluso hay quienes ondean las banderas de sus países con gran fuerza. Vemos a muchos que, en sus manos, elevan a lo alto lo que les representa: México, Chile, Panamá, República Dominicana. Todos ellos haciendo grandes esfuerzos para poder exhibir los símbolos de su país. Bueno, casi todos.

Vemos a una joven de cabello rubio que se dirige, con muchísima decisión, a una silla para subirse en ella y mostrar a todo aquél que está en la plaza su bandera. La bandera de Estados Unidos.

La plaza repleta. Estamos a punto de recibir al papa y escuchar su mensaje. Cuando de entre un grupo de jóvenes de la Universidad Anáhuac Cancún en México, Diana Dávila nos dice: “venimos a ver al papa, al representante de Dios en la tierra. Somos un grupo como de 15 estudiantes”.

Aprovechamos y preguntamos. ¿Qué esperas de la llegada de su santidad? Diana nos asegura que espera que su espiritualidad crezca: “Quiero acercarme más a Cristo en mi fe, en mi caridad, en mi esperanza. Quiero decirles a los jóvenes de Cuba que estén abiertos al mensaje de Benedicto XVI, que sigan adelante en su vida espiritual, que todo lo hagan por amor».

Llega su santidad. Después de unos momentos se escucha la voz que anuncia el mensaje de las Diócesis de Cuba: “Jóvenes, adultos, ancianos, hombres o mujeres. Ese pueblo está congregado hoy aquí, está en su casa frente al televisor y espera de su santidad la palabra que caiga sobre cada uno de nosotros; sobre todo a nuestra nación la bendición de Dios. Benedicto, que quiere decir bendito. Un papa que trae la ternura, la dulzura, la misericordia de Dios a todos y promueve la conciliación entre todos”.

Valentía, Coraje y Fe envuelven el entorno, mientras el Heraldo de la Paz inicia la celebración de la Misa, frente a la presencia de la Virgen de la Caridad del Cobre.

Una plaza llena de historia. La historia de la Revolución Cubana y la historia de cada alma que ahí se encuentra, movida por la Esperanza.

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ZENIT Staff

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