Semana Santa y Conversión

Narcotraficantes: ¡Cambien de vida! ¡Conviértanse de corazón!

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, jueves 5 abril 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el artículo de nuestro colaborador habitual, el obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, como preparación a la Semana Santa. 

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

De muy diversas maneras se vive esta Semana Santa. Para unos, es ocasión de jolgorio, dispersión, vacaciones, vicio y pecado. Para otros, es indiferente, algo ajeno a sus costumbres y actividades. Unos sólo recuerdan cómo se vivían estos días en tiempos idos, cuando todo era silencio y austeridad en las familias. Para muchos, es tiempo de reflexión, oración, meditación de la Palabra de Dios y participación en las celebraciones.

En Cuba, a raíz de la petición que el Papa hizo a Raúl Castro la semana pasada, se aprobó de inmediato que el Viernes Santo no sea día laborable, sino feriado, para que los fieles católicos puedan participar en los ritos religiosos. Fidel Castro, en su momento, aceptó también la petición que le hizo Juan Pablo II de devolver a la Navidad ser día festivo. Estos dos Jefes de Estado marxistas accedieron al pedido del Papa, por ser razonable. Si en México Benedicto XVI hubiera solicitado a nuestro presidente que se declarara feriado el 12 de diciembre, ¿cuál habría sido la reacción? El pueblo lo vería como normal, pues en la práctica es día de fiesta nacional; pero ya me imagino las voces enardecidas de quienes siguen abogando por un laicismo rancio, que no es democrático sino excluyente. Ser una república laica, como es adecuado que lo seamos, no debería contradecir el derecho fundamental de todos a una más amplia libertad religiosa. ¡Hasta Benito Juárez respetaba el 12 de diciembre! Ojalá nuestro marco legal reconozca la importancia de esta fecha.

CRITERIOS

El Papa Benedicto XVI, en su visita a nuestro país, nos invitó a una conversión, a un cambio de rumbo en la vida, para que seamos una nación donde haya justicia y paz, poniendo en práctica las tres virtudes teologales. Dijo:

“Vengo como peregrino de la fe, de la esperanza y de la caridad. Deseo confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, afianzarlos en ella y animarlos a revitalizarla con la escucha de la Palabra de Dios, los sacramentos y la coherencia de vida. Así podrán compartirla con los demás, como misioneros entre sus hermanos, y ser fermento en la sociedad, contribuyendo a una convivencia respetuosa y pacífica, basada en la inigualable dignidad de toda persona humana, creada por Dios, y que ningún poder tiene derecho a olvidar o despreciar.

Este país está llamado a vivir la esperanza en Dios como una convicción profunda, convirtiéndola en una actitud del corazón y en un compromiso concreto de caminar juntos hacia un mundo mejor. Como ya dije en Roma, «continúen avanzando sin desfallecer en la construcción de una sociedad cimentada en el desarrollo del bien, el triunfo del amor y la difusión de la justicia».

Junto a la fe y la esperanza, el creyente en Cristo, y la Iglesia en su conjunto, vive y practica la caridad como elemento esencial de su misión. En su acepción primera, la caridad «es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación», como es socorrer a los que padecen hambre, carecen de cobijo, están enfermos o necesitados en algún aspecto de su existencia. Nadie queda excluido por su origen o creencias de esta misión de la Iglesia, que no entra en competencia con otras iniciativas privadas o públicas, es más, ella colabora gustosa con quienes persiguen estos mismos fines. Tampoco pretende otra cosa que hacer de manera desinteresada y respetuosa el bien al menesteroso, a quien tantas veces lo que más le falta es precisamente una muestra de amor auténtico”.

PROPUESTAS

¿Quieres que la situación cambie? No esperes que todo lo hagan las autoridades, ni pienses que con sólo cambiar gobierno todo va a ser distinto. De ti depende el cambio. Construye la unidad y la armonía en tu familia, con diálogo, respeto, paciencia, trabajo, fidelidad y mucho amor. Así se combate la violencia y la inseguridad.

Narcotraficantes: ¡Cambien de vida! No se dejen engañar y atrapar por el dinero fácil, por el poder y el placer. Van a acabar mal, huyendo y escondiéndose, en la cárcel o asesinados. ¡Conviértanse de corazón! ¡Por ustedes mismos, por su madre, por Jesucristo, que los espera con los brazos abiertos para perdonarles!

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ZENIT Staff

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