ROMA, martes 2 octubre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto del mensaje final de los presidentes de la Conferencias Episcopales de Europa, reunidos en Asamblea Plenaria, del 27 al 30 de septiembre, en Suiza.
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Mensaje final de la Asamblea Plenaria de la CCEE
Suiza, Saint-Gall, 30 septiembre 2012
Los presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, reunidos en Asamblea Plenaria, del 27 al 30 de septiembre, en Suiza, en Saint-Gall, han afrontado el desafío de la evangelización en vísperas del Año de la Fe, convocado por el santo padre Benedicto XVI. A su persona, a su magisterio y su entero ministerio petrino, los obispos han renovado la gratitud y el afecto.
Somos conscientes de que el anuncio de Jesucristo es el gran «sí» de Dios a la vida del hombre, a la libertad, al amor. El Evangelio, en efecto, revela la verdad de Dios-Amor y desvela el verdadero rostro del hombre, lo salva del mal moral y lleva a plenitud su humanidad. Siendo conscientes de las graves derivas del liberalismo económico y del liberalismo ético, queremos recordar que el cristianismo es más actual que nunca, y ofrece a todos su patrimonio de perenne actualidad porque proclama un humanismo personalista y comunitario. Mirando a Cristo, la Iglesia anuncia al hombre redimido del pecado, abierto a los demás y a Dios Creador, firmemente anclado en El, fuente y garante de los valores que orientan la actuación de los individuos y de los pueblos. Las culturas laicas, que se enfrentan sobre diversas visiones antropológicas, no deben mirar con sospecha al mensaje cristiano, que desde siempre abre el ala de la fe y el ala de la razón. Las dos alas pertenecen al hombre y a la historia europea y están en la base de nuestra civilización. La Iglesia, dando testimonio de la verdad de la fe, participa en el debate cultural y social con el propio patrimonio de sabiduría y cultura, presentando las elaboraciones de la recta razón. El intento de rediseñar los fundamentos naturales de la sociedad, como la familia o la convivencia de las diversas tradiciones históricas y religiosas, es considerado no casual.
Nos interrogamos sobre el fin de posturas molestas y de sistemático descrédito que expresan intolerancia, y a veces también discriminación e incitación al odio hacia la fe y la doctrina cristiana, y por tanto hacia los cristianos. Su voz es considerada por quienes mantienen tales posturas incómoda y es acusada de intolerancia y de oscurantismo: en realidad, es sentida como peligrosa porque es una voz libre que no se pliega a intereses, ni está dispuesta a ceder a los chantajes. Desestabilizar a la persona y a la sociedad no es para el bien del hombre sino que representa intereses partidistas.
Apreciamos especialmente, también a la luz de la enseñanza del Concilio Vaticano II, la libertad humana, que debe ser usada en el respeto a los derechos de las personas, y también a su convicción religiosa.
Hemos tomado conciencia de la grave situación de los católicos de Bosnia-Herzegovina. Queremos acompañar su futuro con atención solidaria y esperamos que se garantice su libertad.
En el contexto europeo, en el que vivimos, auguramos pleno respeto y disponibilidad de diálogo sin prejuicios y arrogancia. Los cristianos sienten su responsabilidad de ciudadanos y tienen un patrimonio de verdad que dos mil años de historia demuestran, en frutos de servicio, de bien y de civilización. Nuestra misión nos compromete a ser pastores sabios de comunidades presentes en la historia como la levadura en la masa, y como lámparas que brillan con la luz de Cristo por el bien de todos.
Traducido del original italiano por N.S.M.