Por H. Sergio Mora
ROMA, viernes 5 octubre 2012. (ZENIT.org). – El objetivo de la Nueva Evangelización es lograr que los cristianos se santifiquen en la vida cotidiana, de manera que vivificados en la fe logren contagiarla a todos. Es la idea propuesta por el prelado del Opus Dei Javier Echevarría, que participará como padre sinodal en la 13 Asamblea eclesial que se realizará en Roma del 7 al 24 del presente mes.
Lo indicó al ingresar en el aula magna de la Universidad de la Santa Cruz, con motivo de los diez años del programa Harambee en favor de África, que el Opus Dei lanzó con motivo de la canonización de su fundador, el sacerdote español José María Escrivá de Balaguer.
“Nueva evangelización y santificación de la vida cotidiana –le indicó a Zenit- son cosas conjuntas. No se pueden separa la una de la otra, si no somos cotidianamente en nuestra vida verdaderos católicos non podemos anunciar el evangelio”.
“San José María Escribá –prosiguió el prelado español- nos dijo que todo en la vida es importantísimo porque nos lleva al Señor y a la amistad con Él”.
A la red televisiva RAI Uno, Echevarría recordó que la nueva evangelización se refiere a todos. “A todos nosotros que somos iglesia obispos, religiosos, laicos. Todos tenemos que buscar que este sínodo nos ayude a vivificar nuestra fe. Se trata de servir a las personas no solamente en el social, sino además de contagiar esta fe que vivifica la vida de todos”.
Concordó además con la idea de Benedicto XVI de que la nueva evangelización comenzó con el Concilio Vaticano II: “Sin duda, pues el Vaticano II refiere que todos, absolutamente todos son llamados a la santidad, no hay persona en la Iglesia que sea excluida de esta finalidad maravillosa”.
En el aula magna de dicha universidad, donde se realizaron las exposiciones por la jornada de Harambee, el prelado hizo una invitación: “Pasado mañana inicia la 13 Asamblea del Sínodo sobre el tema de la nueva evangelización y la transmisión de la fe cristiana, por ello les invito a rezar por esta intención”.
“En el décimo aniversario de la canonización de san José María –prosiguió–, podemos recurrir a su intercesión: que esta Asamblea eclesial le sirva al mundo para recordar que la santidad no se limita a ser una meta para privilegiados, sino que –como confirmó el Concilio Vaticano II- es una invitación universal, accesible a cada hombre y mujer de buena voluntad”.
“Recemos para que este sínodo –concluyó el obispo español- contribuya junto al inminente Año de la Fe, a dilatar muchos corazones”, de manera que estos “con la gracia de Dios, sean motores para otras conversiones y para transformar el contexto social, en armonía con la dignidad humana y con aquella gloria de Dios a la cual el hombre está destinado”.