Homenaje de la Real Academia a un misionero conservador de la lengua guaraní

Antonio Ruiz de Montoya, trabajó en las reducciones jesuitas de Paraguay

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MADRID, jueves 18 octubre 2012 (ZENIT.org).- La Real Academia Española (RAE), con motivo de la reedición del libro “Arte, vocabulario, tesoro y catecismo de la lengua guaraní”, rindió un homenaje al sacerdote jesuita Antonio Ruiz de Montoya, creador de la lingüística guaraní y uno de los grandes representantes coloniales de las reducciones jesuíticas de Paraguay. El homenaje consistió en una lección magistral, impartida por un experto en su obra, el también jesuita padre Bartomeu Meliá SJ, con el título: “La obra lingüística de Antonio Ruiz de Montoya”.

El padre Ruiz de Montoya se destacó por la conservación de la lengua de los guaraníes que vivían en las reducciones de Paraguay creadas por la Compañía de Jesús entre1609-1769 y también es conocido por su papel en el gran éxodo de guaraníes que se vieron forzados a abandonar las reducciones tras las destrucciones y persecuciones de los paulistas o cazadores de indios procedentes de la villa de Sao Paulo, Brasil.

El conferenciante, Bartomeu Meliá SJ, nacido en Mallorca en 1932, llegó a Paraguay en 1954. Escritor, investigador y etnolingüista, dedicó toda su vida a trabajar por la defensa de los indígenas. Fue Premio Bartolomé de las Casas 2010.

Antonio Ruiz de Montoya (1585-1652) nació en Lima (Perú) y estudió en el colegio de los jesuitas de esta ciudad. Entró en la Compañía de Jesús en 1606 y de novicio fue enviado a Paraguay, justo cuando estaban naciendo las reducciones jesuitas en esta región.

Las reducciones o misiones jesuitas del Paraguay (1609-1769) fueron asentamientos de indios guaraníes que promovieron los padres y hermanos de la Compañía de Jesús en las tierras conquistadas por Portugal y España. Los pueblos indios, asentados en los montes y esparcidos en pequeños grupos muy distantes entre sí, se reunieron por iniciativa de los jesuitas para formar asentamientos de unos cinco mil habitantes cada uno. Afrontaron su subsistencia (agricultura, ganadería, confección de vestidos), se dotaron de una organización social y desarrollaron una notable dimensión cultural y espiritual.

Tras su ordenación, el padre Ruiz de Montoya fue destinado a la reducción de Loreto en el Guayra. Allí fue superior desde 1622 a 1636 y sería pieza clave en la conservación de la lengua guaraní. Para ello fue muy importante que los misioneros aprendieran su lengua y comenzaran incluso a escribir en ella y traducir obras de otras lenguas.

En las reducciones hubo una producción literaria desconocida en otros lugares de la región. Para ello fue clave la utilización de la imprenta que construyeron a finales del siglo XVII los jesuitas Juan Bautista Neumann y José Serrano, utilizando maderas duras de las selvas, ayudados por los guaraníes que las labraron, tallaron los tipos o los fundieron en estaño.

De entre los libros que escribió el padre Ruiz de Montoya, destaca “Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias de Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape” (1639), una de las fuentes históricas principales sobre las reducciones.

Ruiz de Montoya fundó doce reducciones más, que fueron atacadas por los bandeirantes del Brasil y sus aliados los tupíes (1629-1631). Llegaron a capturar a miles de indios y destruyeron ocho de las diez reducciones existentes. Se salvaron las de San Ignacio Miní y Loreto, las cuales tuvieron que ser abandonadas al persistir el peligro de nuevos ataques. En 1631 se inició lo que se llamó «gran éxodo» hacia el sur, para huir de los cazadores de esclavos.

El padre Ruiz de Montoya fue el encargado de organizar este éxodo de cinco mil indios desde las reducciones de Loreto y San Ignacio. Se les unieron miles de fugitivos, hasta constituir un total de doce mil personas. Tras treinta días de marcha, solo cuatro mil personas llegaron a las cercanías del arroyo Yabebirí, en la margen izquierda del río Paraná, donde pudieron fundar los nuevos asentamientos de dos reducciones con el mismo nombre de las que habían abandonado: San Ignacio Miní y Loreto.

En 1638 el padre Ruiz de Montoya, entonces superior de las reducciones, viajó a Madrid para pedir al Rey que suspendiera la legislación que prohibía a los indígenas poseer armas de fuego. Logró convencer a la corte para dotar a las reducciones de armas de fuego. En marzo de 1641, en la confluencia de los ríos Uruguay y Mbororé, un ejército de cuatro mil guaraníes aniquiló a una expedición de tres mil paulistas. Esta batalla se considera «el acontecimiento militar más importante en la historia de la América colonial» y su consecuencia fue una mayor seguridad en las reducciones, aunque hubo incursiones hasta 1671.

En la actualidad viven en Paraguay setenta jesuitas que atienden a unas 150.000 personas con la ayuda de 1.500 colaboradores.

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ZENIT Staff

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