"Hacen falta misioneros", "Me cambió la vida", "Hay que morir por África"

Tres testimonios distintos, a veces alegres a veces escalofriantes: Ecuador, Perú, R. D. Congo

Share this Entry

MADRID, domingo 21 octubre 2012 (ZENIT.org).- he aquí tres historias de esas personas que han elegido una misión a veces dura, con muchos momentos gratificantes, y que no quieren oir hablar de regresar. Más bien invitan a probar la experiencia desde sus blogs en la página de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de España.

Desde «La Argelia» de Ecuador

Pedro Jesús Arenas Toboso es misionero de la congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús. En enero del 2013, hará diez años en Ecuador como misionero. Siete años y medio en la costa del Pacífico, en las afueras de una población llamada Bahía de Caráquez y los dos años últimos en unos barrios de las afueras de Quito llamados en su conjunto «La Argelia».

«Mi principal labor es compartir vida y sobre todo la fe con las gentes con las que Dios me ha hecho coincidir en cada momento de mi vida. Con una actitud de escucha y acogida a un mundo diferente con otros conceptos distintos de vida, familia, trabajo, comunidad, etc… podemos ir dando una respuesta liberadora y comunitaria a las situaciones más problemáticas con las que nos encontramos», afirma.

Ecuador es un país más o menos pequeñito (la mitad de la superficie de España) pero muy rico en biodiversidad, culturas, climas, paisajes. Pero lo más especial son sus gentes que son muy acogedores. Tiene una población de 13 millones de habitantes de los cuales hay una parte importante fuera del país como emigrantes en busca de un futuro mejor.

Toda la ayuda llega. No hay duda en ello y desde España cuesta hacerse una idea de lo importante que es cualquier colaboración económica para las misiones. Por pequeña que sea la ayuda acá se convierte en instrumento de vida y esperanza para tantas personas en situaciones de exclusión social, pobreza y marginación.

En nuestro caso no tenemos “funcionarios”, nosotros, los misioneros somos los portadores de esa ayuda y el canal directo desde quien la da a quien la recibe. No hay intermediarios ni gastos de gestión.

¡Claro que sí! Hay muchísima gente, la mayor parte del mundo, que no conoce aún el mensaje de Jesucristo. Hacen falta misioneros y misioneras en tantos países subdesarrollados o en vías de desarrollo en América, Asia, África.

Pero también hacen falta personas con corazón misionero allá donde estén, sea en España, Europa o América del Norte. Personas abiertas a la misión y a tantas situaciones donde la vida clama. Personas que no sean indiferentes a quien vive una crisis continua y difícilmente encontrarán quien les rescate.

Hacen falta personas valientes y decididas en España o donde sea que se atrevan a decir que Jesucristo es Buena Noticia para todos, que es Él quien realmente salva».

Mas sobre este misionero en http://www.misionesalbacete.org.

Experiencia veraniega que cambia la vida

Paula Pascual es una joven mallorquina que este verano ha vivido por segunda vez una experiencia misionera en Perú. Sabe que esta experiencia le ha cambiado la vida y quiere compartirla con todos para que se sientan movidos a seguir su ejemplo. 

“Una vez más en mi interior resuenan palabras de Jesús: Id por todo el mundo; una vez más se me invita a vivir la misión, vivir y experimentar, comunicar y expandir el Evangelio. Después de haber estado estos dos meses en Perú, creo que una vez más veo cómo estoy llamada a vivir en una vida cotidiana, coherente con el Evangelio. Y para eso, sólo veo una opción, dejarme transformar, moldear. Abrir mi corazón y encontrarme así con Él. 

Y este camino es en el que he iniciado tras la experiencia misionera en Perú. He vuelto en un proceso de dejarme moldear, y seguir escuchando la palabra de Dios, pero sobre todo con una fuerte convicción de querer vivir en un mundo coherente con las acciones, con la misma sensación en el corazón que los dos de Emaús, dándome cuenta ahora de que él estaba conmigo cuando yo estaba con cada uno de los niños y mi corazón ardía en ese momento…  

Por eso, ahora no puedo hacer más que, una vez más, dar gracias por la oportunidad que se me ha brindado, gracias por ese Amor incondicional que se me ha dado y que he ido recibiendo cada día. 

Resulta paradójico que escribiendo esto, no haga más que caerme lágrimas por la cara, pero son unas lágrimas ya no de impotencia, sino de haber experimentado esas cuatro letras, esas letras en mayúscula: Amor; me encanta decirlas una vez que has experimentado lo que es. 

Pero es imposible, a pesar de que lleve tantas páginas escribiendo, describirlo. Así que no intentaré hacerlo, sino simplemente, cerraré los ojos, y disfrutaré de ver cada una de las imágenes que han pasado por mis retinas estos meses, disfrutaré de recordar esos olores que no son nada agradables, pero son los que dan la gracia al lugar y disfrutaré de sentir; de recordar cada una de las caricias, sonrisas, besos, abrazos, palabras… ese es sin duda el mejor regalo. No es tanto lo poco que yo he podido dar… es todo lo que ellos me han dado a mi…”

Ver su testimonio completo en: http://misionesmallorca.blogspot.com.es/2012/09/voluntarios-en-peru-una-vez-mas-en-mi.html.

Hay que morir por África

María del Prado Fernández Martín, misionera comboniana en la República Democrática del Congo, habla de su preocupación por las consecuencias de un brote del virus Ébola en Isiro. 

“Nuestra presencia, aunque no trabajemos directamente para combatir esta enfermedad, es una señal de esperanza para la población. Hay que morir por África nos dijo Comboni. Bueno, tampoco hay que exagerar, pero esa es nuestra mentalidad. Estar al lado del que sufre, acompañando, dando esperanza”.

«A perro flaco todo son pulgas, eso es lo que dice el refrán español y eso es lo que se hace realidad muchas veces en contextos y personas con pocos recursos. En Isiro, en la provincia Oriental de la República Democrática del Congo vivimos una epidemia de Ébola desde hace ya un mes. Para quien no haya oído hablar de esta enfermedad, esto le dirá poco o nada. A nosotros nos dice mucho porque el Ébola es la peor enfermedad, hoy por hoy, para el ser humano. Es un virus que se transmite a través de los fluidos humanos, no se sabe su origen ni hay medicamentos para curarlo. Solo se para cuando se consigue cortar la cadena de transmisión.

Desde hace ya un tiempo veníamos constatando que había muchas muertes ‘rápidas y raras’ en la ciudad. De la noche a la mañana la gente moría y nadie sabía el por qué. Luego se oyó que el virus del Ébola estaba actuando en Uganda, un país limítrofe con la R. D. del Congo, y luego tímidamente se empezó a hablar de Ébola en Isiro. Se mandaron a analizar a Kinshasa, la capital, muestras de varios enfermos, y el resultado fue positivo. Había una epidemia de Ébola en Isiro.

Enseguida vinieron Médicos sin Fronteras y especialistas de todo tipo. Había que frenar la epidemia lo antes posible si se quería evitar un desastre. Un comité de expertos elaboró una lista con recomendaciones sobre lo que había que hacer o evitar para impedir el contagio. El comunicado se leyó en todas las iglesias de todas las confesiones, en las emisoras de radio, en todos los encuentros… Sobre todo se tenía que evitar el contacto directo, de modo particular saludarse estrechándose la mano. Pero mucha gente se ríe literalmente de estas recomendaciones y siguen teniendo los mismos comportamientos de riesgo de siempre. Piensan que la enfermedad viene porque un espíritu malo les ha echado una especie de «mal de ojo» y no pasará hasta que mueran tantas personas como ese espíritu malo ha decidido.

En el hospital central de Isiro, Médicos sin Fronteras trabajan sin denued
o para atajar la enfermedad. Aíslan a los pacientes que presentan la enfermedad y siguen a aquellos que aparentemente pueden desarrollarla, los pacientes de riesgo. Un equipo de colaboradores locales les ayuda en las tareas de higiene, con una vestimenta especial que impide el contacto con el enfermo o el ambiente en el que éste está. Cuando detectan un caso seguro todo lo que pertenecía a la persona se quema o se desinfecta.

Hasta ahora son once las personas que han muerto por causa de esta enfermedad. Los casos sospechosos son mucho más numerosos. Dicen los expertos, que este tipo de Ébola que está actuando en Isiro, no es tan letal como el de Uganda y que por eso la contaminación es más débil.

Ahora cuando parece que todo está bajo control se presenta otro fenómeno y es el de la «ausencia» de enfermos. Aquellas personas que presentan los síntomas de la enfermedad tienen miedo a ir al hospital porque piensan que van a morir. Con lo cual se marchan hacia lugares más recónditos y allí la contaminación puede ser mucho más virulenta. Y los centros de salud están casi vacíos, nadie quiere ir a curarse por miedo a contaminarse.

El día 3 fue el inicio del curso escolar. A pesar de todo, el ministro de educación dijo que no había peligro de contaminación y que las escuelas debían empezar. Pero la realidad es que estas, aquí en Isiro, están casi desiertas. Los padres de los alumnos no han pagado las matrículas debido al alto coste de la escuela y de todo lo que ella conlleva, pero también porque hay miedo a la contaminación, al estar juntos.

Este es el panorama que estamos viviendo en estos meses de agosto y septiembre. Y eso nos limita mucho en nuestras actuaciones. Las salidas que podemos efectuar en estos momentos son muy pocas, casi nulas, y ello por el riesgo de contaminación. Hemos vivido momentos de tensión, sobre todo al inicio cuando mucha gente que no era del Congo salió de estampida de la ciudad por miedo a la contaminación.

Nuestra presencia, aunque no trabajemos directamente para combatir esta enfermedad, es una señal de esperanza para la población. Y de un modo conciso y con un francés un poco pobre lo explicó uno de nuestros colaboradores cuando alguien le preguntó y le dijo: «Oye, todos los extranjeros se han ido de la ciudad, ¿por qué los blancos de vuestra parroquia siguen allí? ¿Por qué no se han ido ellos también?’, y él les respondió: Porque estos blancos de nuestra parroquia son hijos de Comboni y él había dicho: ‘hay que morir por África’. Bueno, tampoco hay que exagerar, pero esa es nuestra mentalidad. Estar al lado del que sufre, acompañando, dando esperanza”.

Para saber más cosas de esta misionera: http://misioneroscc.blogspot.com.es/2012/08/denuncia-de-una-misionera-desde-el.html.

Y muchos más en: http://ompes.blogspot.com.es.

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }