Por una Iglesia servidora para la Nueva Evangelización

Entrevista con el arzobispo peruano Miguel Cabrejos al final del Sínodo

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Por José Antonio Varela Vidal

CIUDAD DEL VATICANO, sábado 17 octubre 2012 (ZENIT.org).- Al finalizar la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre “La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, y ya conocido el mensaje y las recomendaciones de los padres sinodales, la Iglesia católica se dispone a reflexionar sobre los mismos y a asumir nuevas actitudes ante los desafíos allí presentados, en calma espera de la exhortación postsinodal que pudiera firmar el papa Benedicto XVI el próximo año.

A fin de conocer cómo se llega al final de un evento de esta magnitud, ZENIT dialogó con monseñor Miguel Cabrejos OFM, arzobispo de Trujillo en el Perú, quien trajo diversas propuestas como fruto de su experiencia de expresidente y exsecretario general de la Conferencia Episcopal Peruana y expresidente del Departamento de Misión y Espiritualidad del CELAM, en cuyo periodo post-Aparecida, se implementó y “lanzó” la Misión Continental en toda la América Latina.

En lo personal, ¿cómo ha vivido usted el Sínodo?

–Monseñor Cabrejos: Ha sido una gracia, porque entre unos cinco mil obispos, hemos participado un promedio de 260, con los invitados especiales. Eso significa que es una parte significativa del episcopado mundial, de todos los continentes. Por lo tanto, ha sido una riqueza enorme desde el punto de vista de la nueva evangelización.

¿Dónde está lo novedoso del Mensaje final?

–Monseñor Cabrejos: Lo novedoso es en cuanto al método, en cuanto a las formas, a la metodología de la evangelización. Porque la evangelización es una sola, que es trinitaria, que parte del amor del Padre Creador que envía a su Hijo que da la vida por el ser humano, y el Hijo nos entrega el Espíritu Santo después de que muere y resucita. Y así, manda a que se evangelice, que se bautice a todo el mundo en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. O sea, la evangelización –la de antes, la de ahora y la del futuro–, es y debe ser siempre trinitaria.

¿Otra novedad?

–Monseñor Cabrejos: La gran novedad es la persona de Cristo, porque es una nueva evangelización absolutamente cristocéntrica, porque sino no se entendería. Allí es donde hay que poner el énfasis, y decir que sobretodo es producto del amor. El amor del Padre, el amor del Hijo, el amor y la inspiración del Espíritu Santo. Porque solo una persona que ama a Dios puede evangelizar, puede transmitir el evangelio de Cristo a los demás seres humanos. ¿Y esto donde se actualiza? En el día a día, se actualiza en el servicio, porque el amor no puede ser abstracto.

También se han identificado algunas cosas que habría que modificar en el estilo y en las actitudes, ¿no?

–Monseñor Cabrejos: Sobretodo, el enfoque va por allí. Se habla siempre de una renovación de las estructuras pastorales adecuadas a la época, se habla de las actitudes del evangelizador, los criterios de la evangelización. Si uno quiere evangelizar como producto del amor a los demás, el evangelizador así sea obispo, presbítero, cardenal o laico, tiene que ser cercano, con un espíritu de comprensión, de fraternidad, de misericordia. El énfasis hay que ponerlo mucho en el estilo de la persona y en su conversión interior, en la aceptación profunda de Cristo, porque sino no habría evangelización.

Usted que ha coordinado un plan importante en el CELAM, como es la Misión Continental, ¿ve que esto ha sido un aporte de América Latina al Sínodo que ya termina?

–Monseñor Cabrejos: América Latina ha aportado y sigue aportando. Muchos elementos que aparecieron en las proposiciones y en los diálogos, evidentemente están plasmados de toda la riqueza del magisterio, –si se puede hablar así–, del Episcopado Latinoamericano. Uno de los elementos claves que aparece es la Mision Permanente ya como una opción del Sínodo, y esto es una de las riquezas del aporte latinoamericano a través de la Misión Continental.

¿Cuál fue el aporte que usted trajo al Sínodo?

–Monseñor Cabrejos: El aspecto del amor trinitario, que se encarna, que se hace servicio. Una Iglesia servidora, visto en el contexto actual, histórico y social, cultural, en el cual nos movemos y dentro del cual tiene que haber incuestionablemente el testimonio de una vida coherente. No se puede “hacer” solamente sin “vivir”. Estamos llamados a un vivir nuevo, a un hacer nuevo con coherencia, porque sino no tendría sentido.

A propósito, hay una novedad que el papa ha planteado en el tema de la Jornada de las Comunicaciones de 2013, acerca de una mayor presencia de la Iglesia en las redes sociales. ¿Cómo ve usted este desafío?

–Monseñor Cabrejos: Las nuevas tecnologías existen y lo sabemos, nadie puede escapar, ni siquiera la Iglesia. Son una riqueza y un don, y pienso que la Iglesia debe utilizarlos para poder llevar el evangelio a los demás. Es algo incuestionable, imprescindible hoy en día, porque si no se está en los medios no existes; eso no quiere decir que no existes en el fondo, sino que se debe estar presente, captable para la mentalidad de hoy, pero también hay que educar para esos medios porque es algo que está muy avanzado.

Hay otro tema que se viene desarrollando en el Perú y en América Latina, que es la formación a líderes y políticos en el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia, ¿verdad?

–Monseñor Cabrejos: En el Sínodo ha salido mucho lo de la Doctrina Social de la Iglesia en relación con la política. Porque al final, está la persona; y un Estado debe velar por la persona humana, por la sociedad, por el bien común. La Doctrina Social es una riqueza, y por eso hay que seguir autoformándose a fin de que el ser humano no se aleje, no se aparte de las verdades fundamentales como es Dios, porque sin Dios no hay humanidad.

También vemos que hay una preocupación por el tema de la defensa de la vida…

–Monseñor Cabrejos: Hay un interés muy grande por abordar el tema de la ‘ontología del derecho’ en el mundo jurídico, porque las grandes batallas se ganan en el Legislativo. Esto en el sentido de que el legislador –llámese Poder Legislativo, individual o colectivo–, no es el que crea el ser, sino que el ser es anterior al derecho; y el derecho debe respetar, tiene que aceptarlo, tiene que aplicarlo porque al final estamos ante la defensa de la persona.

Muchos no lo entienden así…

–Monseñor Cabrejos: La ley positiva hoy en día da a entender que el legislador es el que crea la ley, el que la hace, y eso no es verdad. El legislador debe aceptar que hay un derecho ontológico anterior a él, porque el ser no lo crea él, no lo crea el legislador. Esto es muy importante para entender las grandes verdades y los grandes principios que deben regir a una sociedad.

Entonces ya no hay la idea de los católicos al parlamento, sino de que la enseñanza social de la Iglesia sea entendida por los parlamentarios…

–Monseñor Cabrejos: Ambas cosas, porque una cosa no quita la otra. Hay que iluminar, formar, hacer entender fundamentalmente que el ser humano, la persona humana es previa a cualquier principio, a cualquier ley, a cualquier derecho. Eso de ser previo, de ser anterior, no lo puede cambiar nadie. Todos estamos llamados a respetar a la persona, su dignidad, su inviolabibilidad como persona humana.

ZENIT cumple 15 años. Usted que lo conoce hace muchos años, ¿cuál sería su mensaje?

–Monseñor Cabrejos: En primer lugar felicitarlos. Desear que siga con esa gran capacidad que tienen de difundir las grandes verdades, los temas de la Iglesia, que al final es un servicio a toda la humanidad. Y hacerlo en esa línea de nueva evangelización, con un nuevo ardor
, un nuevo enfoque de servicio a la persona; con serenidad, con cercanía, con espíritu de comprensión, de tolerancia hacia las personas.

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ZENIT Staff

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