Por N.S.M.
DAMASCO, sábado 27 octubre 2012 (ZENIT.org).- El Consejo de los obispos de Damasco, Siria, hizo público un comunicado, el día 25 de octubre, en relación al padre Fady Haddad, sacerdote asesinado de una manera brutal, tras haber sido secuestrado el pasado 18 de octubre.
El comunicado da cuenta de la biografía de este «sacerdote y mártir», tal y como lo califican los obispos de Damasco (ver también la noticia en: http://www.zenit.org/article-43448?l=spanish).
El padre Fady Haddad, tras hacer sus estudios en el Seminario de San Juan Crisóstomo, en Balamand, al norte del Líbano, fue ordenado sacerdote en el Patriarcado Greco-ortodoxo en Damasco, en 1995, y nombrado párroco de San Elías, en Catana, al sudeste de Damasco, una pequeña ciudad tocada por la crisis.
Intentando una mediación para liberar a un parroquiano secuestrado por un grupo armado, el padre Fady, de 43 años, fue a su vez secuestrado el 18 de octubre de 2012, y hallado muerto de un balazo en la cabeza, el 24 de octubre de 2012.
Es el segundo sacerdote mártir en Siria tras el estallido de la violencia. El padre Bassilios Nassar fue asesinado en enero de 2012 en Hama (doscientos kilómetros al norte de Damasco), tratando de salvar a un herido.
Los obispos de Damasco (seis ortodoxos y cuatro católicos) reunidos el día de los funerales del padre Fady Haddad, el jueves 25 de octubre de 2012, lanzaron un llamamiento.
En primer lugar, presentaron su «sinceras condolencias a la Iglesia Griega Ortodoxa –patriarca Ignacio IV, sínodo, clero y parroquias- pidiendo al Señor que acoja en su Reino al sacerdote-mártir y a todos los mártires de Siria».
En segundo lugar, deploran «con fuerza los ataques que viven los ciudadanos inocentes, los lugares de culto cristianos y musulmanes y los hombres de religión que actúan en el servicio humanitario y espiritual en estos días de sufrimiento que traviesa nuestra querida Siria».
Así mismo deploran «el complot extranjero que siembra el mal y la destrucción en nuestro apacible país; pues la violencia y la división no están en la naturaleza del pueblo sirio y sus tradiciones pacíficas».
Los obispos de Damasco repiten su llamamiento «por la reconciliación, la detención de la violencia, la proliferación de armas y el derramamiento de sangre» e invitan «al diálogo para encontrar una solución que garantice a los ciudadanos la paz, la libertad, la justicia y la igualdad».
Presentan sus mejores deseos a sus «hermanos musulmanes con motivo de Aladha (Eid el Kibir)», diciéndoles «vuestra fiesta es nuestra fiesta, vuestras alegrías y vuestras penas son también las nuestras. Hermanos hemos vivido y Hermanos seremos».
Por último, concluyen dan gracias «por el nuevo sacerdote mártir coronado por el Señor, el único que sabrá consolar a su Iglesia, su parroquia, su familia y devolver la paz a Siria».