Del infierno a la nueva vida

La historia de Angela Croce, una experiencia de resurrección

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La vida de Angela Croce parecía perdida entre violencia, droga y desesperación. El encuentro con el amor del Señor ha generado una resurrección.

En el curso de la Vigilia de Pentecostés (18 de mayo), antes del encuentro con el papa Francisco con los movimientos, las nuevas comunidades, las asociaciones y las agregaciones laicales, en peregrinación a la Tunba del Apóstol Pedro, hubo diversos testimonios.

Traemos aquí la de Angela Croce de la comunidad Nuovi Orizzonti (http://www.nuoviorizzonti.org/)

La historia de Angela está marcada por el uso de drogas, la violencia sufrida, la oscuridad del alma. Solo el encuentro con Cristo le ha hecho pasar de la muerte a la vida. Actualmente es una persona empeñada en ayudar a otros, testigo del milagro de la Resurrección. Su vida ha cambiado cuando conoció el amor fuerte y convencido de quien le invitó a vivir el Evangelio cada día.

Angela: He vivido treinta años bajo el signo de la droga, sexo usa y tira y desviación.

Nací sin ser deseada viviendo en un ambiente marcado por sucesos difíciles que desencadenaban riñas e incomprensiones.

Lo que rompió dedinitivamente mis delicados sueños de joven fue una violencia sufrida a los 12 años.

Empezó así mi imparable descenso a los infiernos empezando a drogarme para no sentir el dolor.

Nadie se dio cuenta de nada.

Aparentemente todo andaba bien, pero poco a poco me apagaba perdiendo las ganas de vivir.

Construí una fortaleza inexpugnable en torno a mi corazón.

Crecían en mí dolor y rabia, mucha necesidad de amor transformada en soberbia y presunción.

Mi única compañera era la heroína. Luego la cocaína en una escalada de dinero y poder en el campo inmobiliario.

Estaba dispuesta a todo por el dinero y la consideración. Pero ¿a qué precio?

Al precio de usar a las personas para luego tirarlas cuando ya no me servían.

No conocía límites, pero el vacío interior me estaba corroyendo. Me sentía cada vez más terriblemente sola.

Por cinco veces intenté acabar con todo, pero no lo logré.

¿Por qué? me preguntaba. Porque no había descubierto todavía que Alguien había pensado en mí desde la eternidad y me había amado hasta el punto de darse a sí mismo por mí.

Conocí una realidad empeñada en la evangelización de calle. Me decidí a entrar en comunidad donde encontré a una verdadera familia que me ha acompañado paso a paso en un camino rehabilitador basado en el Evangelio.

Desde aquél momento, mi vida cambió: he conocido el infinito amor de Dios a través de los hermanos que acogieron conmigo mi grito de dolor y soledad.

Poco a poco todo se transformó en Resurrección, en experiencia de alegría y perdón, en capacidad de volver a donar gratuitamente mi existencia a quien está todavía aprisionado en la muerte del alma testimoniando que el Amor puede hacer milagros ¡porque Dios es Amor!

Jesús se ha abajado en mis infiernos y los ha transfigurado con su inmenso Amor.

¡Quiero gastar cada momento de mi vida en ser instrumento de la alegría de la Resurrección!

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ZENIT Staff

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