PREDICACIÓN DE EJERCICIOS ESPIRITUALES IGNACIANOS (5)
Continuemos explicando la predicación de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Hasta ahora vimos lo que son y su finalidad, el modo de hacerlos y la duración, y cómo vivirlos (1). Repasamos también los temas que deben darse en la primera, en la segunda y en la tercera semana (2, 3 y 4). Hoy veremos los temas de la cuarta y última semana de Ejercicios Espirituales.
TEMAS DE LA CUARTA SEMANA
San Ignacio de Loyola abre esta cuarta semana con las meditaciones sobre la Resurrección de Cristo. ¿Objetivo? Contemplar a Cristo triunfante y glorioso, para sentir intensa y profunda alegría por tanta gloria y gozo de Cristo. El triunfo de Cristo es nuestro triunfo. Y así poder transmitir a nuestro alrededor esta alegría interior, infundida por el Espíritu Santo en nuestras almas, convirtiéndonos en testimonios de Cristo resucitado, en hombres nuevos que llevan la marca de Cristo triunfante. Sin olvidarnos a María, que fue la primera en beneficiarse del gozo profundo de su Hijo Jesucristo. También sería provechosa la meditación sobre la Ascensión del Señor a los cielos, para enardecer nuestros ánimos y sentir el deseo del cielo en todas nuestras actividades aquí en la tierra.
Se toman los textos de los evangelios de la Resurrección y también aquí se proponen contemplaciones de las apariciones de Cristo Resucitado, llenas de profundo sentimiento y gozo: ver los personajes, oír lo que dicen y cómo reaccionan, meterse en la escena y dejarse interpelar por el mensaje que Cristo nos quiere dar en esa meditación-contemplación; que esta semana será dejarnos invadir por la alegría de la victoria de Cristo contra Satanás, contra el pecado y las fuerzas del mal. Salimos de la meditación con decisiones de la voluntad, y no sólo con sentimientos y emociones del corazón, dispuestos a llevar una vida de hombres nuevos, como nos dice san Pablo en sus cartas.
Al predicador en esta semana se le recomienda lo siguiente: presentar con entusiasmo contenido los pasajes evangélicos de las apariciones de Cristo a los Apóstoles como están narrados por el evangelista, valorando los frutos que Cristo nos ha ganado con su Resurrección: paz, alegría, amor, entusiasmo, valentía, firmeza en la fe, esperanza renovada, etc.
San Ignacio termina los Ejercicios Espirituales con una meditación titulada “Contemplación para alcanzar amor”. Esta contemplación es una recapitulación sintética de los Ejercicios, donde el alma contempla todos los beneficios recibidos de Dios durante la vida, sea en el orden natural que en el orden espiritual, para empapar su alma de gratitud y deseo de correspondencia a Dios. Contemplación orientada a introducir al ejercitante en la vida diaria, para que viva diariamente su “divinización progresiva”, orientándose radicalmente para Dios, en línea ascensional, buscando con todas sus intenciones y acciones a Dios Vivo y Verdadero, para encontrarlo y servirlo en todas las cosas. Vivir en el amor. Vivir de amor. Vivir con amor nuestra vida cristiana, para agradecer a Dios tantos beneficios para con nosotros.
San Ignacio de Loyola nos dice que deberíamos terminar los Ejercicios Espirituales rezando y viviendo esta oración: “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo distes; a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta”. Es el culmen de la mística y de la entrega total a Dios.
La próxima vez veremos algunas de las reglas de discernimiento que san Ignacio recomienda al ejercitante, y que el director debe explicarlas con cuidado.
El anterior artículo de esta serie, y las referencias de los precedentes, están en: http://www.zenit.org/es/articles/como-mejorar-nuestra-predicacion-sagrada–14.