El encuentro internacional por la paz, organizado por la Comunidad de San Egidio, ha comenzado esta mañana con una celebración eucarística. El lema escogido para la edición de este año es «El coraje de la esperanza. Religiones y culturas en Diálogo» y se celebra en Roma desde el 29 de septiembre hasta el 1 de octubre. Se cuenta ya con la presencia de 6.000 personas inscritas al evento, aunque desde la organización creen que se podría llegar incluso a 10.000. Este encuentro internacional por la paz, constará de 32 mesas redondas en los que cardenales, obispos, religiosos, imanes, rabinos, líderes de diversas religiones, políticos y estudiosos debatirán sobre el tema. En encuentro concluirá en la plaza del ‘Campidoglio’, sede del municipio de Roma, con una procesión de paz.
La misa de inauguración ha sido celebrada por el cardenal Agostino Vallini, vicario general de su santidad por la diócesis de Roma, a las 10.30 de esta mañana en la basílica de San Pablo Extramuros. Durante su homilía, ha recordado que «el Encuentro de Líderes religiosos por la paz para nosotros cristianos comienza con la oración y la escucha de la Palabra de Dios». Así mismo ha señalado que en las lecturas de hoy, tanto el profeta Amós como Jesús en el Evangelio «nos invitan a tomar en serio la vida, vivirla no como despreocupados y hedonistas, cerrados en el egoísmo, poniendo la propia confianza en las riquezas, sino cuidando también de los hermanos».
Poniendo el ejemplo del hombre rico del Evangelio, el cardenal Vallini ha recordado que el «punto débil del rico es que no hacía el bien que habría podido hacer. No olvidemos nunca: somos responsables los unos de los otros».
Del mismo modo, ha explicado que el cristiano «se hace compañero de camino de las personas que viven cerca de él, escucha las inquietudes, comprende las preocupaciones y los sufrimientos, es solidario, según sus posibilidades, con los que lo necesitan». Por eso – ha proseguido – no debemos olvidar nunca que, al final de la vida, seremos juzgados sobre el amor, hacia Dios y hacia el prójimo, si hemos tenido cuidado de los otros, sobre todo de los más pobres.
Sobre el verdadero discípulo de Jesús, ha señalado que «se compromete a colmar las distancias humanas, aliviar los sufrimientos, a acercar los corazones, trabajar para superar las injusticias. No se pone a sí mismo en el primer lugar.
La propuesta evangélica es clara, ha afirmado el purpurado: «creer en Cristo, seguirlo, acogerlo en el corazón, no quiere decir admirarlo, significa asumir cada día los valores y el estilo de vida de Cristo». Así mismo, ha señalado que aunque esto no sea fácil, es posible «si abrimos el corazón a la acción de la gracia». Por eso, la novedad cristiana «no está solo en el reconocer que Dios es Padre y creer en él, sino – del mismo modo – en el construir el mundo en la justicia y en el amor».