Tener una vecina como Victoria Díez de Molina, en el pueblo español de Hornachuelos, en Córdoba debía ser una fortuna. La maestra era de las que vivían a la intemperie, con el corazón abierto y la mirada limpia, no indiferente a la suerte de sus conciudadanos. Su vida transcurrió, como ella misma decía: «Entre dos fuegos». El fuego de su amor por Cristo y el fuego de los incendiarios, en un momento crucial de la historia del país.
La joven maestra vivió a principios del siglo XX, en aquel pueblecito de la serranía cordobesa, dedicada a elevar el nivel cultural de las niñas y jóvenes, en un contexto rural de gran escasez de medios. Su pasión fue la enseñanza a todos los niveles, incidiendo especialmente en los más desheredados y las mujeres obreras.
Si hubiera vivido, habría cumplido hoy 110 años. Nació el 11 noviembre de 1903, en Sevilla, Andalucía. Ejerció la profesión de maestra primero en Cheles, un pueblecito olvidado entonces, muy cerca de la frontera portuguesa. Al año, para acercarse a su familia, pidió traslado a Hornachuelos, más cerca de su padre que trabajaba en Utrera, Sevilla.
En Hornachuelos, le sorprendió, en 1931, la proclamación de la II República española y luego, en medio de una gran confusión política y odios desatados, el golpe militar y la guerra civil, que duraron tres años. Victoria fue asesinada el 12 de agosto de 1936, 32 años. Y beatificada como mártir por el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro de Roma.
Decía al principio que tener en la puerta de al lado a Victoria debía ser providencial, porque no era indiferente a la suerte de cada uno de sus vecinos y amigos.
Y tener una «coadjutora» como esta maestra en la parroquia, más providencial todavía. Así lo declaraba don Antonio Molina, de 32 años también, el párroco –hoy en proceso de beatificación–, a sus amigos sacerdotes y a otras personas de la Institución Teresiana, asociación a la que la maestra de Hornachuelos pertenecía.
Su vida fue narrada muy pronto, ya en 1937. Luego han surgido varios biógrafos que han ahondado en diversas facetas de la actividad y valiente muerte de la joven Victoria, animando a 17 personas, todos varones, que corrieron su misma suerte, arrojados, algunos vivos, medio fusilados, a la abandonada Mina del Rincón, hoy en una finca privada.
Numerosas personas, sobre todo del mundo socieducativo, confían hoy sus quehaceres y su persona a la intercesión de la beata Victoria.
La última biografía y más completa se puede encontrar en: http://www.sekotia.com/libros/libro-una-vida-entre-dos-fuegos.htm.
Para saber más: http://www.zenit.org/es/articles/victoria-siempre-supo-que-su-vida-estaba-en-juego.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=17066&mes=8&ano=2011.
http://www.zenit.org/es/articles/beata-victoria-diez-y-bustos-de-molina–2.