Ningún tifón o aluvión puede disminuir la «fuerza de ánimo» de los filipinos; el cataclismo que «devastó» el centro del país «puede ser el peor jamás visto antes en el mundo», pero la fe en Dios es «aún más fuerte». Son las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal filipina, mons. José Palma, tras el paso del Haiyan.
En un mensaje de Mons. Palma, los obispos filipinos exhortan al coraje y a la fe de la población en este momento de gran adversidad. «Ninguna calamidad o desastre natural puede apagar el fuego de nuestra esperanza», señalan. Los prelados invitan a los fieles a dirigirse a Dios «en este momento de calamidad nacional», como cada filipino ha siempre hecho «en los últimos 400 años».
Del 11 al 19 de noviembre en todo el país se celebrará una novena de oración por las víctimas del tifón Haiyan y del sisma que golpeó las mismas zonas semanas atrás. Cada misa y oración serán ofrecidas por los almas de los difuntos y para consolar a los familiares de las víctimas. Además, en todas las parroquias se ha invitado a promover colectas para las intervenciones de emergencia y la reconstrucción de las zonas afectadas.
Por su parte, el Papa Francisco durante el Ángelus de ayer pidió oraciones y una ayuda «concreta» para Filipinas. Además, el arzobispo de Seúl, Mons. Andrew Yeom Soo-jung, envió esta mañana sus condolencias al cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, y aseguró la oración de los católicos de Corea del Sur; la arquidiócesis de Seúl envió 50.000 dólares para las primeras operaciones de ayuda y asistencia. Está prevista también una colecta especial para el 24 de noviembre en todas las parroquias.
El presidente de Filipinas, Benigno Aquino, ha declarado este lunes el estado de calamidad en todo el país a raíz de la devastación causada por el peor desastre natural de su historia. El tifón ha afectado a casi 10 millones de personas, según las ONG presentes en la zona, y muchas luchan ahora por sobrevivir sin agua, comida ni refugio. Se calcula que hay 615.000 desplazados, de los cuales 433.000 se encuentran alojados en los 1.444 centros de evacuación.
Además de las muertes provocadas por la caída de objetos a raíz del fuerte viento, con rachas superiores a los 300 kilómetros por hora, una repentina subida de la marea y el fuerte oleaje, similar a un tsunami, parece haber sido la causante de la mayoría de fallecimientos. Al cierre de esta edición de Zenit, todavía no hay cifras oficiales del número de muertos.
Filipinas se encuentra en una zona del mundo que sufre continuamente terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis y huracanes, pero la magnitud del desastre ha causado sorpresa, en particular porque el Gobierno había evacuado a unas 800.000 personas antes de la llegada del tifón. Haiyan golpeó el archipiélago a primeras horas del viernes, y se desplazó a gran velocidad por sus islas centrales. (RED/IV)