Por el Padre Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Dado que es mi primera columna en este sector de los comentarios a la liturgia dominical del ciclo A, quiero dejar claro desde el inicio cómo haré los comentarios:
No se trata de una homilía, sino de unas pistas con una idea principal sacada de alguna de las lecturas. Sólo una idea, como recomendé en el curso que ofrecí este año en mi columna de cómo mejorar la predicación sagrada, que terminó en libro.
Esa idea la desenvolveré en dos o tres aspectos, apoyados en las otras dos lecturas.
Daré algunas aplicaciones de ese mensaje para nuestra vida diaria: unas veces en forma de preguntas y otras en forma de afirmación.
Son sugerencias para que después cada sacerdote o diácono libremente tome algún aspecto y lo profundice y lo haga vida para su comunidad a quien conoce y ama.
Veamos, ahora sí, unas pistas para este primer domingo de Adviento del ciclo A.
– Idea principal: Despertaos y caminad… se acerca la luz de nuestra salvación, Cristo. El Adviento es como un gran despertador de Dios que la Iglesia nos pone en nuestra mesilla de noche para quienes están medio adormilados, anestesiados por las mil preocupaciones y ocupaciones de cada día.
– Aspectos de este idea:
En primer lugar, no es fácil despertar de tanto letargo y modorra. El mundo nos invita a sestear en la pereza, en la tibieza o en los gustos y caprichos: preocupaciones en la familia, en el trabajo, las mil tentaciones del mundo. Despertemos y caminemos con los pies del alma (San Agustín) hacia Cristo que nos espera de nuevo en Navidad trayéndonos la salvación (evangelio y segunda lectura). Es un camino hacia arriba: subamos con dignidad al monte del Señor (primera lectura). Quien no sube, inevitablemente desciende. ¿Qué me impide subir al monte del Señor: pies atados, corazón apegado, voluntad desmotivada?
En segundo lugar, una vez que despertemos y caminemos con alegría al encuentro de Cristo, estemos con el corazón vigilante pues en el camino hay ladrones que nos quieren robar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra decencia (evangelio y segunda lectura). ¿Qué ladrones de ordinario me acechan en mi vida cristiana: ladrones internos, ladrones externos?
Finalmente, después de hacer la experiencia de Cristo en la oración y en los sacramentos, experimentaremos los frutos de este encuentro con Cristo: estaremos revestidos de Cristo (segunda lectura) y cosecharemos frutos suculentos (primera y segunda lectura): seremos hombres de luz, de paz y de moral en nuestra casa, en nuestros ambientes. ¿Qué frutos estoy ofreciendo de mi experiencia de Cristo?
– Para reflexionar: pongamos las pilas de la gracia a nuestro despertador, en el caso de que estén gastadas, y marquemos bien la hora de levantarnos temprano para subir cada día al monte de la oración y progresemos en las virtudes durante el día. Que en la Navidad, Cristo nos encuentre preparados con la lámpara de la fe encendida y en paz con todos. Encomendémonos a la Virgen del Adviento que es también la Virgen de las Vigilias para que nos ayude a preparar el corazón para recibir a su Hijo Jesús.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org