El Polígono Sur, más conocido como las Tres mil Viviendas, es una de las barriadas periféricas más deprimidas de Sevilla. En medio de no pocos problemas, la Iglesia se hace presente desde la Parroquia de Jesús Obrero en la que los salesianos llevan a cabo una importante labor en colaboración con los vecinos desde hace más de 25 años.
Cuando llegan estas fechas, la Cáritas parroquial se moviliza para encontrar los recursos y hacer posible la “Campaña de Navidad”, porque las necesidades de las familias que hay que atender son muchas.
Además, para que nadie se olvide de que el Redentor va a nacer en unos días, el sacristán ayudado por los jóvenes de la parroquia se encarga de montar el Belén. Según dicen los más pequeños, ocupa cinco metros de largo y ha ganado algún que otro premio.
Las actividades durante las fiestas navideñas son muchas. Así, la agrupación musical de Jesús Obrero también lleva un tiempo ensayando los villancicos que tocará durante la cabalgata de Reyes. Este es uno de los momentos más esperados por todos, porque con la ayuda de la Providencia será posible un año más la campaña «Ningún niño sin juguetes».
Otro momento inolvidable ha sido ayer la visita a los nacimientos monumentales en el centro de la ciudad, a la que han asistido más de 100 niños del Polígono Sur, que diariamente reciben clases de apoyo escolar.
Y es que gracias a la implicación de la familia salesiana y de tanta gente buena del barrio, que realizan una labor callada pero fructífera entre los jóvenes marginados y las mujeres degradadas, el Niño Jesús sigue viniendo a los corazones y a los hogares de los descartados de esta sociedad.
Desde 2011, esta congregación religiosa ha habilitado unas modernas instalaciones para acoger el Centro Social Don Bosco. Se trata de un centro diurno en el que se desarrollan proyectos de segunda oportunidad. Entre sus actividades, una escuela ocupacional y de inserción laboral, diferentes talleres de promoción de la mujer y un centro juvenil. Todos sus programas están orientados a la mejora de la calidad de vida de las personas en situación de riesgo, a las que se propone la práctica de diferentes tareas durante el día con el fin de mantenerlas ocupadas y al mismo tiempo ofrecerles una formación.
Asimismo, el oratorio parroquial es, como todos los oratorios salesianos, un lugar seguro. Ahí no hay delincuencia, droga, violencia, malas compañías. Los chicos encuentran un ambiente sereno donde pasar el tiempo, jugar, aprender y olvidar los problemas del barrio. Un alivio para ellos y para sus padres, que trabajan todo el día y no quieren que sea la calle la que piense en sus hijos.
Los sacerdotes salesianos y muchos voluntarios hacen todo lo posible para proteger a los jóvenes y darles los instrumentos para combatir los males de la triste realidad que los rodea. Aun así, la mayor parte de los sevillanos vive ajena a esta hermosa realidad de las Tres Mil Viviendas. Para la opinión pública se trata sólo de un lugar peligroso en donde es mejor no vivir y por donde no pasar.