Anna Zumbo y Davide Dotta han vivido como misioneros en Haití, junto con sus dos hijos pequeños. Una familia que ha querido dar su testimonio sobre cómo se vive la pobreza en zonas de dificultad durante la rueda de prensa de presentación del mensaje para la Cuaresma del Santo Padre que lleva por tema «Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza». También han estado presentes el cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum; monseñor Giampietro Dal Toso y monseñor Segundo Tejado Muñoz, secretario y subsecretario del mismo dicasterio.
Antes de comenzar la presentación, el purpurado ha anunciado que visitará Haití en marzo, para inaugurar una escuela financiada en nombre del Papa como signo de su cercanía a la población haitiana.
El cardenal Sarah ha destacado que el mensaje del Papa para la Cuaresma de este año se centra en la pobreza y en la pobreza de Cristo en particular. “Ciertamente la visión cristiana de la pobreza no es la misma que rige el sentimiento común. Demasiado a menudo se considera la pobreza simplemente en su dimensión sociológica y se entiende como una falta de bienes», ha explicado el cardenal.
Además, ha reconocido que está muy agradecido al Papa por esta visión integral de la pobreza que ofrece en el mensaje. Y es que «la elección de la pobreza de parte de Cristo nos sugiere que existe una dimensión positiva de la pobreza, que también resuena en el Evangelio, que proclama bienaventurados a los pobres. Es evidente que en esta dimensión de la pobreza hay un aspecto de desprendimiento y renuncia».
Del mismo modo ha afirmado que para comprender el mensaje del Papa “debemos declinarlo en su valencia antropológica. El hombre es por naturaleza hijo de Dios ¡Esta es su riqueza! La gran culpa de la cultura moderna es haber pensado en un hombre feliz sin Dios, negando lo más profundo de la persona, que es su vínculo existencial con un Padre que le da la vida».
Por su parte, Anna, ha contado a los presentes lo que supuso para ellos la experiencia de mudarse hasta Haití tras el terremoto del año 2010, que devastó al país más pobre de América. «El desafío era por dónde empezar», ha comentado. Trabajando junto con la Iglesia local y como miembros de Cáritas, descubrieron una gran dificultad para integrase. Primero vivieron en una zona residencial hasta que optaron por integrase por completo con las personas a las que habían ido a ayudar y se instalaron en la periferia. Una casa sin luz, agua corriente, o puertas blindadas fueron el hogar para esta familia italiana. El objetivo no era elegir la pobreza en sí, sino entender mejor el contexto, ha explicado Anna. Al respecto de esta decisión, ha destacado que asistir es más fácil que compartir. Y ha hablado de esa situación que se vive a menudo en la que los pobres son «asistidos» y los ricos «asistentes».
«Para nosotros este acercarse a la gente, vivir con un estilo sobrio, salir del edificio, significó muchas cosas. Una experiencia muy íntima de construcción de relaciones personales con los haitianos», ha explicado a los presentes. Esta familia se integró en el barrio y admiten que «hemos podido compartir la ternura de los nacimientos, la confusión de los juegos de los niños, la compasión por los enfermos, por los fallecidos, la alegría del compartir las comidas».
Sobre qué ha supuesto esta experiencia de vida para los niños, Anna ha contado que ellos han aprendido a querer, a sentir afecto profundo por personas muy diferentes a ellos. «Han experimentado la comunión, acogiendo a los niños del barrio en su casa como si fueran sus hermanos, compartiendo con ellos los juegos, el pan de la merienda, los frutos del jardín. Han vivido con la puerta abierta, con huéspedes de lengua, color y cultura diferentes que estaban siempre en la mesa con nosotros».