La intensa lluvia que ha provocado inundaciones en Roma en los últimos días no ha impedido que una gran multitud acudiera esta mañana para ver y escuchar al Santo Padre en la audiencia general. El Papa ha llegado a las 10 de la mañana a la plaza en el jeep cubierto, y aunque con menos detenimiento y menos minutos que otros miércoles, Francisco ha hecho el habitual recorrido por los pasillo para saludar y bendecir a los fieles venidos de todas las partes del mundo. Protegidos con paraguas, ponchos y chubasqueros, los 25.000 peregrinos saludaban y gritaban con entusiasmo al paso del Santo Padre.
La lluvia tampoco ha impedido que una vez en la explanada de la Basílica, antes de comenzar la catequesis, el Papa se haya dirigido a conversar unos instantes con un grupo de obispos que se encontraban allí, e incluso se ha puesto entre ellos para poder inmortalizar el momento con una fotografía.
Antes de comenzar su catequesis, el Papa ha saludado diciendo: «Queridos hermanos y hermanas, buenos días… buenos días pero no buen día… está un poco feo»
El Papa ha continuado esta mañana con la serie de catequesis sobre los sacramentos. Hoy ha sido el momento de la Eucaristía.
En el resumen de la catequesis en español, el Papa ha dicho:
«Nuestra catequesis de hoy está centrada en la Eucaristía, corazón de la iniciación cristiana y fuente de la vida de la Iglesia. Lo que vemos cuando nos reunimos para celebrar la misa, nos ayuda a introducirnos en el misterio. En el centro encontramos el altar, una mesa preparada, que nos hace pensar en un banquete. Sobre la mesa, hay una cruz, para indicarnos que en ese altar se ofrece el sacrificio de Cristo: Él es el alimento que recibimos bajo las especies del pan y del vino. Y junto a la mesa, está el ambón, desde donde se proclama la Palabra de Dios, mediante la que el Señor nos habla.
Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, realiza el memorial de la Pascua del Señor, en el que Cristo se hace misteriosamente presente y nosotros podemos participar, decimos comulgar, en su pasión, muerte y resurrección. Así, la Eucaristía nos configura de modo único y profundo con Jesús, renovando nuestro corazón, nuestra existencia y nuestra relación con Él y con los hermanos, y nos hace pregustar la comunión con el Padre en el banquete del Reino de los cielos».
A continuación ha saludo «cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos que la celebración de la Eucaristía mantenga siempre viva a la Iglesia, y haga que nuestras comunidades se distingan por la caridad y la comunión».
Tras el saludo y resumen de catequesis en los distintos idiomas, Francisco ha dirigido también un pensamiento especial para todos aquellos que han sufrido a causa de las intensas lluvias en la Toscana y en Roma, por eso ha pedido estar cerca de ellos con «nuestros esfuerzo, amor y solidaridad».
Asimismo, un pensamiento especial para los jóvenes, los enfermos -que ha tenido ocasión de saludar antes de salir a la plaza porque siguen la audiencia desde el Aula Pablo VI dentro con pantallas- y los recién casados. El Pontífice ha recordado que hoy celebramos la memoria de santa Águeda, virgen y mártir. «Su virtud heróica nos estimule, queridos jóvenes, en particular a los estudiantes de las Escuales de las Congregaciones de San Juan Bautista, a comprender la importancia de la pureza y de la virginidad: y les ayude a los queridos enfermos, a aceptar la cruz en unión espiritual con el corazón de Cristo: y anime a los queridos recién casados, a comprender el rol de la mujer en la propia vida familiar».
Finalmente la lluvia ha concedido algunos instantes de tregua en los que el Papa ha podido saludar a los fieles situados a ambos lados del escenario. Uno de estos grupos le ofreció un poco de mate que el Santo Padre ha bebido con gusto.