La fundación ‘Populorum Progressio’ para América Latina y la ‘Fundación Juan Pablo II’ para el Sahel con un presupuesto de unos 3,6 millones de dolares anuales logran realizar más de 300 proyectos de desarrollo en 28 países. Lo indicó hoy el número dos del Pontificio Consejo ‘Cor Unum’, Giovanni Dal Toso, en un desayuno de trabajo organizado con periodistas ex participantes a los cursos de actualización sobre la Iglesia, en la universidad de la Santa Cruz.
Una cantidad enorme de pequeños proyectos de desarrollo respecto a la cantidad de dinero, proveniente en su gran parte de las conferencias episcopales de Alemania e Italia. Todo esto gracias a que no existen los costos altísimos de intermediación que tienen diversos entes internacionales, podríamos indicar nosotros. Baste pensar que la Fundación Populorum Progressio desde 1992 realizó 3.834 proyectos.
Mons. Dal Toso precisó que Juan Pablo II instituyó la fundación para el Sahel en 1984 para luchar contra la desertificación de esta zona de África y que en 1992 creó la Populorum Progressio para ayudar a las poblaciones campesinas de América Latina y el Caribel, confiando al dicasterio Cor Unum dicha tarea. Los responsables del Pontificio Consejo ‘Cor Unum’ son su presidente el cardenal Robert Sarah; el secretario Dal Toso y el Subsecretario Segundo Tejado Muñoz. El presupuesto total de Cor Unum, es de unos 4 millones de dólares.
Recordó que existen dos secretariados para sendas fundaciones, uno en la capital de Burkina Faso, Ouagadougou, y otro en la capital de Colombia, Bogotá, a donde llegan las propuestas de proyecto, los cuales son evaluados y si son aprobados contarán con un control realizado por expertos. Además las dos fundaciones son gestionadas por obispos locales, nueve en el Sahel y seis en América Latina.
El Sahel, precisó, es una región compuesta por seis países de África ecuatorial: Burkina Faso, Cabo Verde, Ciad, Gambia, Guinea Bissau, Malí, Mauritania, Niger y Senegal.
Estos proyectos “demuestran la atención tangible que la Iglesia tiene por la situación de estos países” y además favorece el diálogo interreligioso puesto que en África los destinatarios más numerosos de los proyectos son personas musulmanas. Además demuestran la cercanía del Santo Padre hacia estas personas en dificultad.
Destacó también otro aspecto de las fundaciones: después de 30 años de trabajo “se han vuelto no solamente un lugar de financiamiento, sino también un lugar de intercambio de experiencias”, y que por ello “realizan cursos de formación para la gente que trabaja en el lugar, enseñándoles a preparar los proyectos”.
Durante la conversación, el secretario de Cor Unum indicó que la filosofía de ambas fundaciones es la de realizar proyectos comunitarios y no de tipo personal. En algunos casos, precisó, el dinero es prestado de manera que vuelva poco a poco a la Fundación, para que sirva así a crear nuevos proyectos.
Entre los que más le han gustado, indicó, “ha sido uno para la inserción profesional de 91 jóvenes con retardo mental”. Pero los hay muy importantes, como los de irrigación por goteo, la realización de pozos de agua y muchos de formación de la mujer, particularmente en África”.
El América Latina recordó la realización de “un banco alimentario con un costo de 100 mil dólares” y en Perú, en Arequipa, “un curso de formación e inserción en el mundo del trabajo, para madres con menores de cinco años”. Reconoció que los costos en los países en desarrollo son mucho menores, al punto que “he visto la construcción de una escuela con 5 mil euros”.
Al concluir recordó que en los proyectos de cooperación es necesario tener viva la idea de promoción integral y este es un gran desafío en el mundo humanitario”. Y la pregunta es no solamente cuanta ayuda se da, sino también cuánto promueven los proyectos la libertad de la persona. Porque “la Iglesia reitera siempre la centralidad de la persona, lo que significa llegar a promover todas sus dimensiones y libertad, de manera que tengan capacidad de decidir por ellas mismas”, superando además algunos modelos de los años 70 que proponían primero ayudar las necesidades materiales para después dar lo cultural, mientras que hoy se privilegia la idea de un desarrollo integral.
SIRIA
Mons. Dal Toso refiriéndose a la situación de Siria que “hoy Cor Unum por voluntad del papa Francisco está dando prioridad a este país y la presencia de la Iglesia se realiza a través de la asistencia y promoción del derecho humanitario”. Recalcó que “el esfuerzo de la Iglesia allí es enorme en personas y ayudas” con una importante labor también de coordinación. Al punto que hoy cubre casi todo el territorio sirio, aunque reconoció con “tantísimas limitaciones y escasez de medios”, apoyándose también en su estructura capilar como por ejemplo el Jesuit Refugee Service.
Entre los datos interesantes precisó que “el 6 de diciembre pasado cuando se realizó una reunión con los obispos de la región en Beirut, decían que ‘la gente viene a nosotros porque no sabe adonde ir’. O sea porque entienden que el obispo es también un padre”.