Masacre y tragedia. Es difícil definir de otra manera la situación en Tierra Santa. En la franja de Gaza se sigue muriendo cada día, y entre lanzamientos de cohetes y bombardeos, la población vive bajo asedio y en miedo constante. La diplomacia internacional invoca una tregua entre Palestina e Israel y las Naciones Unidas condenan los lanzamientos de cohetes contra los territorios israelíes. Mientras tanto, mujeres, niños y familias enteras de Beit Lahya, al norte de Gaza, se han visto obligadas a huir de sus casas, sin maletas y en ayuno, para no sucumbir al enésimo ataque del ejército israelí. Una situación insostenible frente a la cual el papa Francisco ha expresado su pesar, exhortando en el ángelus del pasado domingo, el cese de la hostilidad. ZENIT recoge el testimonio de monseñor William Shomali, obispo auxiliar de Jerusalén y vicario patriarcal para Palestina.
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Excelencia, ¿qué sucede en Tierra Santa?
–Monseñor Shomali: Lo que está sucediendo es una reacción al secuestro y asesinato de los tres jóvenes judíos en Hebrón. El gobierno de Netanyahu ha atribuido este homicidio al partido Hamas y ha reaccionado con una frenética búsqueda de los criminales, con numerosos arrestos también de ex detenidos. Mientras tanto, un joven palestino de Shufat, barrio de Jerusalén, fue secuestrado y quemado vivo por algunos extremistas israelíes. Estos hechos han dado inicio a un círculo vicioso de violencia. El ejército israelí ha golpeado en Gaza las bases de Hamas de la Yihad Islámica. Estas últimas han respondido con el lanzamiento de misiles, llegando a golpear los asentamiento cercanos, así como las ciudades de Haifa, Tel Aviv y Jerusalén. Estos misiles, conocidos por su imprecisión, hacen más ruido y miedo que destrucción. Para los palestinos, sin embargo, el balance es duro: 170 muertos, 1000 heridos y muchas casas destruidas en Gaza y en los territorios palestinos.
¿Cuál es el origen del conflicto en curso?
— Monseñor Shomali: la razón principal es el fracaso de paz del pasado mes de abril. El ministro americano Kerry, después de nueve meses de trabajo intenso no ha conseguido elaborar un cuadro político para los futuros negociadores. Tal derrota ha creado en los corazones de los palestinos desesperación, aumentada después por la continua construcción de nuevos asentamientos israelíes. Estas construcciones son vistas como un casus belli continuo. A esto se añade la tensión entre dos pueblos que tienen que ver como el Monte del Templo-Al Aksa. Aquí la religión forma parte del problema y es una causa agravante.
¿Cómo explica este progresivo aumento de violencia en Gaza, a pocas semanas de la visita del papa Francisco y sus llamamientos a la paz y la reconciliación?
— Monseñor Shomali: La visita del Papa ha suscitado muchas esperanzas, sin embargo ha estado seguida de mucha desilusión. Algo parecido sucedió con la peregrinación de san Juan Pablo II en marzo del 2000: apenas seis meses después de su visita inició la segunda Intifada. En ambos casos, la violencia se ha desencadenado a causa del fracaso de las negociaciones, precedido de las visitas papales; en el primero, después de la caída del Camp David y en el segundo, después de la mediación americana.
Sobre el encuentro de oración en los Jardines Vaticanos, reitero lo que dijo el Santo Padre en el llamamiento del Ángelus: la oración lleva siempre frutos aunque sea a largo plazo. Como en el caso del olivo, plantado al final del encuentro, cuyo florecer se hace esperar muchos años. Es necesario también reiterar que las palabras del Pontífice durante la «Invocación para la Paz» permanecen válidas en cuanto único camino justo hacia la paz.
El Papa ha hecho entender que las negociaciones por sí solas no bastan, como nos enseña la historia, y que es necesario moverse hacia otro horizonte que es la oración.
En estos conflictos las primer víctimas son sobre todo los jóvenes. En su opinión, ¿en el origen se trata de un problema de educación?
–Monseñor Shomali: Es verdad que los jóvenes son víctimas de este conflicto, sin olvidar los niños, frágiles y traumatizados, por los bombardeos y el miedo. Las consecuencias se verán en el futuro, ahora cultivan el odio y el deseo de venganza. El odio ha sido nutrido por una larga historia de violencia donde cada uno culpa al otro. Esta falsa retórica no ayuda. El odio puede ser eliminado solamente a través de la educación en valores de justicia, paz y reconciliación. Pero la educación debe coincidir con pasos concretos, dando a cada parte los propios derechos: a los palestinos dignidad con un estado viable, y a los israelíes una seguridad y un reconocimiento del mundo árabe e islámico.
Los adultos, frente a estos horrores que afectan a las nuevas generaciones, ¿cómo reaccionan? A menudo son ellos mismos quienes empujan a los jóvenes a combatir…
— Monseñor Shomali: Es una paradoja decir que son los jóvenes que salen a la calle espontáneamente y van a los check-point para desafiar a los soldados israelíes, mientras el gobierno palestino no desea tal enfrentamiento con el ejército israelí. Los jóvenes se encuentran inmersos en un círculo vicioso. Es urgente que la comunidad internacional encuentre una solución y la imponga a ambas partes. Todos viven en un círculo infernal, en el cual tanto los adultos como los jóvenes se encuentran atrapados y no saben como salir.
El resto de la población, sobre todo la cristiana, ¿cómo está reaccionando a todo esto?
— Monseñor Shomali: los cristianos, tanto palestinos como israelíes, sufren como todos los otros habitantes de esta tierra. Temen que la situación empeore y las consecuencias sociales y económicas. Rezan por la paz y en la gran mayoría rechaza la violencia. Es rarísimo verles salir a las plazas y recurrir a la violencia. Son también los más frágiles y débiles frente a la tentación de emigrar. Durante la última Intifada muchos jóvenes y familias cristianas dejaron Tierra Santa para buscar en otro lugar una vida más segura y digna. Para ellos es difícil resistir a esta tentación. Para nosotros es difícil convencerles para que no abandonen estos lugares y hacerles entender que vivir aquí es un privilegio y una vocación.
Ustedes, como Patriarcado latino de Jerusalén, ¿de qué forma tratan de mostrarse cercanos a esta gente que vive en el miedo y bajo bombardeos?
— Monseñor Shomali: Estamos cerca con la oración y la ayuda humanitaria que organizamos según nuestras posibilidades. De momento no podemos hacer nada por la gente de Gaza. Cuando terminen las hostilidades iremos a visitarles para estar cerca de ellos y ver cómo ayudarles. De momento nos limitamos a llamar por teléfono cada día a nuestro párroco de Gaza para pedir las últimas noticias.
En su opinión, ¿hay esperanza de que esta tempestad de violencia y muerte pueda parar, o como muchos temen, es inminente la explosión de una tercera Intifada?
— Monseñor Shomali: Es cierto que ni el gobierno palestino ni el gobierno israelí quieren una tercera Intifada. Ninguno saldría victorioso. Las consecuencias son duras para todos. Un ejemplo: los peregrinos han comenzado a cancelar reservas. Sabemos por experiencia lo difícil que es retomar el flujo del turismo después de un conflicto. Rezamos al Señor para que estos enfrentamiento cesen rápidamente.