En una entrevista concedida a ZENIT, Flaminia Giovanelli, subsecretaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz, nombramiento hecho por el Papa, habla sobre el papel de la mujer en la Iglesia, cómo están cambiando los tiempos y hace hincapié en que tanto el papa actual como el papa emérito han trabajado activamente para que el papel de la mujer en la Iglesia avance.
Nacida en Roma, Giovanelli ha trabajado para el dicasterio de Justicia y Paz desde 1974. Licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Roma y con diplomas en bibliotecología y estudios religiosos, dice que su trabajo no se trata de un cheque, sino más bien de una vocación. Por otra parte, revela los desafíos que encuentra y la sabiduría que compartiría con cualquier mujer que desee servir dentro de la Curia.
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¿Podría describir su posición actual?
— Giovanelli: Sí, soy la subsecretaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz. Suelo decir que soy una especie de decano de esta oficina, casi un fijo en el Vaticano, en cierto sentido, ya que estoy aquí desde hace 39 años, un período muy largo. He tenido la oportunidad de ofrecer este servicio interesante en este dicasterio.
¿Podría explicar cómo llegó su nombramiento?
— Giovanelli: Bueno, no sé por qué, pero llegó por varias circunstancias diferentes. El hecho de que sea la única mujer laica en esta posición de subsecretaria en el Vaticano, en cierto modo, ocurrió por casualidad «providencial». Así que, a veces, puede ser un poco extraño, pero de todos modos, los tiempos están cambiando. Una de las razones para mi nombramiento era que yo había estado trabajando allí durante muchos años. El año anterior, el presidente, el Cardenal Martino, se retiró, y el secretario, que trabajó aquí durante 10 años, fue nombrado arzobispo de Trieste. Así que mi nombramiento era tal vez, también, debido a una cuestión de continuidad.
¿Cuáles considera que son los mayores desafíos que le han surgido como mujer?
— Giovanelli: Sí, hay que aclarar que no estoy sola, porque tenemos muchas mujeres que trabajan en nuestra oficina y en el Vaticano en general. Pero, por supuesto, en cierto sentido, hay que ser discreto y hacer lo mejor para avanzar en su formación como miembro de un cuerpo eclesiástico.
¿Cree usted que para las mujeres en el Vaticano o en la Iglesia, hay esperanza para subir o para avanzar? ¿Cuál es su opinión?
— Giovanelli: He visto muchos cambios desde el principio, desde cuando empecé, no solo para las mujeres sino también para los laicos. Entonces, recuerdo que hace muchos años, no había laicos que representaran a la Santa Sede, o visibles en las reuniones, por ejemplo. Es obvio que ha habido un cambio muy grande. Creo que ha sido una especie de evolución y un signo de los tiempos.
¿Cree usted que el papa Francisco está cambiando el papel de la mujer en la Iglesia?
— Giovanelli: ¡Ya lo veremos! Muchas veces el papa Francisco ha recordado la importancia de la mujer en la Iglesia, en el Evangelio, etc. Él ha hecho algunas declaraciones muy importantes. Pero también habíamos oído grandes declaraciones con respecto a las mujeres en la Iglesia del papa Benedicto XVI.
En cualquier caso, ya hemos visto algunas citas muy importantes que el Santo Padre ha hecho a varios comités del Vaticano y congregaciones. Por ejemplo, algunos ejemplos notables incluyen en 2013 el nombramiento de la profesora Mary Ann Glendon, de la Universidad de Harvard -que había sido la presidenta de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales- como miembro del Consejo del Instituto para las Obras de Religión (IOR); las cuatro mujeres que fueron nombradas recientemente como miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores; y Leticia Soberón, que ya sirvió en el Vaticano y ahora es una experta de la Comisión recientemente instituida sobre los Medios de Comunicación del Vaticano.
Usted mencionó que el papa Benedicto XVI también avanzó en el papel de las mujeres en el Vaticano o en la Iglesia. ¿Puede explicarnos cualquier esfuerzo o contribución que cree que hizo en este sentido?
— Giovanelli: Lo que me viene primero a la mente es cómo colocó el énfasis en sus audiencias semanales de los miércoles. Recuerdo una serie de audiencias dedicadas a las santas, para ser más específica, me acuerdo de él dedicándole una audiencia a santa Hildegarda de Bingen, por quien sentía una devoción increíble. Al recordar a esta gran santa medieval, reconoció los aportes científicos y culturales de las mujeres en la Iglesia.