«He visitado los campos de refugiados en las provincias de Erbil y Dohok y lo que se ve y lo que he oído ¡va ya más allá de cualquier febril imaginación!» Así lo ha explicado el Patriarca caldeo Louis Raphael I Sako en un comunicado enviado a la agencia AsiaNews. Además, hace un llamamiento a la comunidad internacional y el mundo musulmán «que aún no han comprendido la gravedad de la situación».
Por otro lado, el patriarca señala que los cristianos iraquíes y otras minorías en el país, han recibido «un golpe terrible» en el «propio corazón de su vida», privados de cualquier derecho, de la propiedad, e incluso de los documentos. Asimismo, el patriarca advierte que «frente de una campaña con la mira puesta en eliminar a los cristianos de Irak y las minorías, el mundo aún no ha entendido la gravedad de la situación». Y añade que «es la segunda fase de la catástrofe», o «la migración de estas familias» en muchas partes del mundo, causando «la disolución de la historia, el patrimonio y la identidad de este pueblo».
Sako explica en el comunicado que el fenómeno de la migración tiene un «gran impacto» tanto en los cristianos como los propios musulmanes, porque «Irak está perdiendo un componente insustituible» de su sociedad. Por otro lado, reconoce que la comunicad internacional, encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea, «que al tiempo que reconoce la necesidad de una solución rápida, no han tomado medidas concretas para aliviar la suerte de una población maltratada».
«El fundamentalismo religioso creciendo en fuerza y poder, lo que resulta en tragedias, mientras que nosotros -los cristianos- sorprendemos si le pedimos a los líderes musulmanes e intelectuales musulmanes que han comprendido la gravedad del problema», afirma el patriarca caldeo. Y por eso señala que en Irak es necesario promover una cultura de encuentro y respeto, que considera a «todos los ciudadanos con igualdad de derechos».
También dedica unas palabras para llamar a la acción concreta a nivel internacional para salvar a los cristianos y yazidíes, «piezas originales» de la sociedad iraquí en peligro de desaparecer, a la vista de los acontecimientos «terribles y horribles». Por esta razón, advierte que el silencio y la pasividad «alentarán a los fundamentalistas de Isis a cometer nuevas tragedias».
Finalmente, lanza una advertencia a la Iglesia mundial porque frente a un testimonio de fe fuerte de los cristianos iraquíes, no sirven «declaraciones continuas» sino «una verdadera» comunión que hemos experimentado con la visita del enviado personal del papa Francisco (el cardenal Fernando Filoni) y de los patriarcas». Y así, concluye reconociendo que «respetamos las razones de los que quieren emigrar pero para aquellos que desean permanecer, queremos recordar las raíces plantadas en esta tierra y nuestra larga historia. Dios tiene su plan para nuestra presencia en este mundo y nos invita a portar el mensaje de amor, la fraternidad, la dignidad y la convivencia armónica».