El monasterio italiano Bose acoge del 3 al 6 de septiembre el Congreso Ecuménico Internacional de Espiritualidad Ortodoxa sobre el tema “Bienaventurados y pacíficos”, organizado en colaboración con las Iglesias Ortodoxas.
Para esta ocasión, el santo padre Francisco ha enviado un telegrama de saludo a los organizadores y participantes en este encuentro, firmado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de Su Santidad, en el que «manifiesta su vivo aprecio por esta providencial iniciativa». A la vez, les «desea que estas jornadas de estudio favorezcan la conciencia de que es posible vivir y testimoniar la paz anunciada por Cristo, mediante actitudes de fraternidad sincera que aplacan las disputas, superan las difidencias y generan esperanza», según ha informado Radio Vaticano. El Santo Padre –se lee en el telegrama– mientras pide que se rece por él y por su servicio a la Iglesia, invoca «la divina asistencia sobre los trabajaos del Congreso y de buena gana les envía la implorada bendición apostólica».
Esta cita ecuménica anual «desea ponerse en escucha del Evangelio de la paz, que pide que los cristianos sean levadura de reconciliación y de paz entre las mujeres y los hombres contemporáneos», prosigue la nota de Radio Vaticano. «La esperanza de la paz anunciada en Cristo no es una utopía extraña a un mundo dominado por la lógica del poder y del conflicto, sino que constituye un evento en la historia, que se encarna en todo tiempo en hombres y mujeres de paz y de reconciliación».
El intercambio, a nivel científico, cultural y eclesial, entre estudiosos e investigadores procedentes de todo el mundo, junto a agentes ecuménicos y representantes de las diversas confesiones religiosas, -se indica- se propone profundizar las razones de la paz en un pluralismo respetuoso de la diversidad y, al mismo tiempo, capaz de redescubrir en la propia tradición las razones de la acogida del otro. «Entre las etapas que marcarán el recorrido de este año se destaca la escucha y el estudio de la Escritura; la experiencia litúrgica, las palabras sobre la paz en los Padres de la Iglesia; la enseñanza de la experiencia monástica y espiritual del Oriente cristiano y el testimonio de los mártires», concluye.