En Sta. Marta: reconocernos pecadores nos abre a la caricia de Jesús

En la homilí­a de este jueves, el Santo Padre recuerda que la salvación solo entra en el corazón cuando lo abrimos en la verdad de nuestros pecados

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La valentía de reconocernos pecadores nos abre a la caricia de Jesús, a su perdón. Esta ha sido la idea desarrollada por el papa Francisco esta mañana en la homilía de Santa Marta. La liturgia del día presenta la historia de la pecadora que lava los pies de Jesús con sus lágrimas y los baña con perfume para secarlos con sus cabellos.

Jesús es invitado a la casa de un fariseo, «una persona de cierto nivel, de cultura» que quería «escuchar a Jesús, su doctrina, quería saber más», tal y como ha señalado el Papa. Este fariseo juzga dentro de sí tanto a la pecadora como a Jesús, porque si «fuera un profeta sabría qué tipo de mujer era quien le estaba tocando». Por eso, ha añadido Francisco, «no era malo» pero «no consigue entender el gesto de la mujer».

El Santo Padre ha afirmado que el fariseo «no consigue entender los gestos elementares: los gestos elementares de la gente. Quizá este hombre había olvidado como se acaricia a un niño, como se consuela a una abuela.
En sus teorías, en sus pensamientos, en su vida de gobierno –porque quizá era un consejero de los fariseos– había olvidado los gestos elementares de la vida, los primeros gestos que todos nosotros, recién nacidos, hemos comenzado a recibir de nuestros padres.

De este modo, el Papa ha subrayado que Jesús regaña al fariseo «con humildad y ternura»: «su paciencia, su amor, la ganas de salvar a todos le lleva a explicarle qué ha hecho la mujer y los gestos de cortesía que él no ha hecho. Y entre el murmullo escandalizado de todos, Jesús dice a la mujer: ‘tus pecados son perdonados. ¡Ve en paz, tu fe te ha salvado!'»

Y esta palabra de salvación se la dice solo a la mujer, que es una pecadora. El Santo Padre ha observado que Jesús se lo dice porque ella ha conseguido llorar por sus pecados, confesar sus pecados, decir ‘soy una pecadora’, decírselo a sí misma. «No se lo dice a esa gente, que no era mala: ellos se creían no pecadores. Los pecadores eran otros: los publicanos, las prostitutas… Estos eran pecadores. Jesús decía esta palabra: ‘tú estás salvado, tú estás salvada’ solamente a quien abre el corazón y se reconoce pecador. La salvación solo entra en el corazón cuando abrimos el corazón en la verdad de nuestros pecados», ha indicado el Obispo de Roma durante la homilía.

Asimismo, ha querido señalar que «el lugar privilegiado del encuentro con Jesucristo son los propios pecadores. Parece una herejía pero lo decía también san Pablo» que presumía solo de dos cosas: de sus pecados y de Cristo Resucitado que lo había salvado. «Y por esto reconoce los propios pecados, reconocer nuestra miseria, reconocer lo que nosotros somos y lo que somos capaces de hacer o hemos hecho es precisamente la puerta que se abre a la caricia de Jesús, al perdón de Jesús, a la Palabra de Jesús ‘Ve en paz, tu fe te ha salvado’, porque has sido valiente y has abierto tu corazón al único que puede salvarte».

Finalmente, el Papa ha concluido indicando que Jesús dice a los hipócritas que las prostitutas y los publicanos les precederán en el Reino de los Cielos. «¡Es fuerte esto! Porque los que se sienten pecadores abren su corazón en la confesión de los pecados, al encuentro con Jesús, que ha dado la sangre por nosotros», ha afirmado.

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ZENIT Staff

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