El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), ha intervenido este viernes en las II Jornadas Sociales Católicas por Europa, que hasta el próximo domingo se celebran en Madrid. La Europa social, como un elemento constituyente de un orden basado en la paz, es para el arzobispo de Múnich “uno de los mayores logros de la historia de la humanidad”, según ha explicado en su ponencia titulada “¿Una Europa Social?”
Durante su intervención, el purpurado alemán ha recordado que la Iglesia participa de las preocupaciones y las necesidades de la gente. Además, ha indicado que “la doctrina social de la Iglesia ayuda a sentar bases sólidas para una convivencia humana en justicia, paz, libertad y solidaridad”. Y ha proseguido subrayando que “la eficacia de la doctrina social de la Iglesia también depende, sobre todo, de si los cristianos se comprometen a participar en la actividad política y social”. En esta línea, el presidente de la COMECE ha reconocido que “la red del laicado católico en la arena política en toda Europa es, sin duda, un realidad a la que nosotros, como Iglesia, debemos sostener más”.
En esta entrevista exclusiva con ZENIT, el cardenal Reinhard Marx aborda los desafíos de la Iglesia en Europa. Ante una sociedad plural, el arzobispo de Múnich propone construir una comunidad caracterizada por vivir la unidad en la diversidad.
¿Cuáles desafíos tiene que afrontar la Iglesia para pasar de una Europa de la economía a una Europa de los valores, a una Europa más social?
— Cardenal Reinhard Marx: Europa se identifica con la Unión Europea, un proyecto en el que cuentan más aspectos que el meramente económico. A veces tenemos la impresión, como en los años pasados, de que se trata sólo de un proyecto económico. Pero, en sus orígenes, tenía como finalidad construir la paz en Europa. En la próxima etapa creo que se discutirá como construir esta Unión en la que cuente también el aspecto social, de cohesión.
Hemos vivido el momento de la crisis económica en el que mucha gente ha sufrido. En este sentido, la Iglesia va a demandar ahora a Europa que se cree una mayor sensibilidad social entre los países.
El mundo post-moderno ha redefinido el concepto de persona y la forma de relacionarnos. ¿Cómo satisfacer el deseo de trascendencia?
— Cardenal Reinhard Marx: Creo que esto no es así en Europa, porque es plural. Aquí existen muchas posiciones, hay maneras diferentes de afrontar la vida diaria. La gente, los jóvenes, pueden decidir en libertad. Esto es bueno, pero también nos conduce al desafío de saber cómo actuar libremente y con responsabilidad. Libertad y responsabilidad.
La Iglesia tiene que vivir y proponer un modelo en el que el hombre sólo encuentra su sentido si se relaciona con el otro. Se trata del concepto de persona y no de un individualismo que encierra al hombre en sí mismo. Mirando a la gente, a los jóvenes de hoy, encontrándome con ellos, no creo que todos sean egoístas. No es verdad. Este concepto puede estar presente sobre todo en los medios de comunicación y en la opinión pública, pero soy optimista. Normalmente, los jóvenes quieren construir su vida relacionándose con los otros, en comunidad, en comunión con los demás, y no de manera egoísta.
El papa Francisco ha recordado en numerosas ocasiones que es necesaria esta cultura del encuentro a la que usted hacia referencia, pero también ha hablado de la existencia de una cultura del descarte. ¿De qué manera se puede transmitir a los jóvenes la propuesta del Santo Padre?
– Cardenal Reinhard Marx: Creo que la Iglesia puede invitar a todo el mundo a adquirir y vivir el verdadero sentido de comunidad, de comunión. La Iglesia Universal cuenta con personas de todas las lenguas, de todas las culturas. En nuestras comunidades vivimos ya este signo. En el lenguaje eclesial nos referimos al sacramento de la unidad entre los hombres. Nuestra contribución a la sociedad moderna consiste en mostrar que, en una comunidad en la que existen diferentes culturas y lenguas, es posible vivir juntos; que el encuentro entre las personas es una riqueza. La Iglesia considera que, para el futuro de la sociedad moderna, esto es fundamental. Nuestras sociedades serán cada vez más plurales. Por lo tanto, la clave consistirá en crear una sociedad capaz de estar unida en la diversidad. La Iglesia evidencia que esto es posible.