En la iglesia Regina Mundi, en Roma, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, se expone una reliquia muy particular de san Juan Pablo II. Se trata de la camiseta interior manchada de sangre que llevaba el día del atentado en la Plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981.
Con motivo de la beatificación del Pontífice polaco, la reliquia fue expuesta por primera vez para la veneración de los fieles. Detrás de un sencillo marco de cristal se pueden apreciar unas manchas oscuras y el orificio de la bala que se alojó en el abdomen de Karol Wojtyła.
La prenda, que tiene bordadas las iniciales JP en hilo rojo, fue abandonada en la sala de operaciones, antes de que la enfermera Anna Stanghellini la rescatase y la conservase en secreto varios años. La enfermera confesó su secreto a sor Beatrice Priori en el año 2000 y el Vaticano cedió la prenda a las Hijas de la Caridad.
El Pontífice polaco fue herido de gravedad por tres disparos en la mano, el abdomen y un brazo cuando viajaba en un vehículo abierto durante uno de sus habituales recorridos por la plaza de San Pedro por el turco Mehmet Ali Ağca. En 1983 el Santo Padre visitó a su atentador en la cárcel de Rebibbia, conversó con él y le perdonó. Agca nunca explicó las razones que lo condujeron a atentar contra el Papa y, tras permanecer casi 20 años entre rejas, fue indultado en el año 2000 por el presidente de Italia y extraditado a Turquía.
Nunca se supo quienes fueron los mandantes del atentado, pues Ağca fue un hábil despistador. Entre las hipótesis más acreditadas figuran su labor para el servicio secreto búlgaro por mandato soviético, pues el Kremlín temía que el papa san Juan Pablo II pusiera en dificultad al imperio soviético.
El papa Juan Pablo II atribuyó el milagro de haberse salvado a la Virgen de Fátima, en cuya corona se encuentra engarzada una de las municiones disparadas.