En el marco de la CIV Asamblea Plenaria, que se ha celebrado durante toda la semana en Madrid, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha aprobado una nota pastoral sobre la realidad social del país, titulada «Una llamada a la solidaridad y a la esperanza».
En el documento, los obispos destacan como «el devenir de la crisis económica y sus causas, las fallidas previsiones e insuficientes respuestas dadas, los errores cometidos en la gestión política y económica de sus consecuencias, hacen aún más acertadas las palabras del papa Francisco que señalan: ‘Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado'».
Citando el número 203 de la Evangelii Gaudium, la CEE explica también que «el crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo».
«En estos momentos complejos que generan en no pocas personas inquietud e incluso desesperanza, especialmente en las personas más afectadas por la crisis económica», los prelados envían un mensaje de aliento a toda la ciudadanía. Así, manifiestan su solidaridad y cercanía con «las víctimas de situaciones de pobreza real, de exclusión social, del drama de la inmigración, de precariedad laboral y de la plaga del desempleo, sobre todo juvenil, junto a otras carencias no sólo materiales, sino también afectivas y espirituales». Y enfatizan: «Son hombres y mujeres, ancianos y niños, jóvenes y adultos, con nombres y rostros concretos».
Recogiendo las palabras del discurso inaugural de Mons. Ricardo Blázquez, los obispos recuerdan también que «sin valores morales se apodera de nosotros el malestar al contemplar el presente y la pesadumbre al proyectar nuestro futuro». Y reiteran que «sin conducta moral, sin honradez, sin respeto a los demás, sin servicio al bien común, sin solidaridad con los necesitados nuestra sociedad se degrada».
«La ejemplaridad de los responsables políticos, sociales, económicos y eclesiales, constituirá siempre un elemento imprescindible para lograr una justa sociedad civil y una verdadera comunidad eclesial», subraya el episcopado.
Por ese motivo, junto a eficaces políticas de concertación social y de desarrollo sostenible, la CEE propone «una verdadera regeneración moral a escala personal y social y con ella la recuperación de un mayor aprecio por el bien común, que sea verdadero soporte para la solidaridad con los más pobres y favorezca la auténtica cohesión social de la que tan necesitados estamos».
Por último, los prelados destacan que «la unidad y amor de los esposos, la apertura a la vida y su defensa irrenunciable desde la concepción hasta su fin natural, la educación y amor de los hijos, el afecto y respeto a los ancianos, serán siempre una de las mayores garantías para una sociedad justa y la convivencia ciudadana en paz y libertad».
Para generar este clima social, concluye la nota, la Iglesia quiere ayudar «con la acción evangelizadora de sus pastores y fieles y en la de sus numerosas instituciones sociales, educativas y caritativas, que muestran a los demás el rostro de una Iglesia servidora de nuestro pueblo, especialmente de los más pobres y desvalidos».