El ataque terrorista talibán a una escuela militar de Pershawar concluyó con un balance de al menos 141 muertos y 124 heridos. La mayoría de los muertos, 132, eran estudiantes, entre 10 y 18 años, indicó la policía de Pakistán. Las personas presentes en la estructura durante el ataque fueron unas 500, algunas de las cuales tenidas como rehenes por nueve horas. Todos los terroristas del comando fueron abatidos.
El portavoz de Tehreek-el-Taliban, grupo paquistaní que reivindicó el ataque, indicó que el comando tenía la orden de asesinar a los jóvenes más grandes, en lo que definieron como una venganza contra las operaciones del Ejército en Khyber, zona roja de los talibanes. Añadió que el objetivo fue elegido “con atención para golpear con nuestro atentado al Gobierno, que está afectando a nuestras familias y mujeres. Queremos que prueben el mismo dolor”.
Algunos de los presentes indicaron que los terroristas talibanes habían dado fuego a un docente y obligado a los niños a mirarlo mientras moría. Los talibanes iban clase por clase y disparaban a niños y jóvenes, a veces una ejecución con un disparo a la cabeza, indicaron los supervivientes. Y añadieron que decían: ‘Lean el Kalmá’ o sea el acto de fe en el Islám.
El arzobispo pakistaní de Karachi, Joseph Coutts, tras el ataque indicó que “los talebanes están realmente dispuestos a atacar en cualquier parte y a asesinar a cualquiera”. Añadió que “los talebanes son un grupo de extremistas que quieren hacer de Pakistán un estado islámico, siguiendo el mismo modelo del Califato Islámico en Siria e Iraq”.
“Es terrible que hayan atacado a una escuela donde se econtraban niños”, dijo y precisó que “es un signo de lo brutal que son capaces de hacer”. Consideró además que “a este punto pueden atacar a cualquier escuela, lugares de culto, mezquitas, iglesias y hospitales. Estas personas quieren destruir las bases de nuestra sociedad atacando las escuelas y a nuestros niños”.
“Quiero decirle a estas personas –le dijo el arzobispo a los terroristas– que no pueden hacer un ataque así en nombre de una religión, porque Dios es misericordioso”. Y añadió: “Puedo decirles que Navidad para nosotros los cristianos es un tiempo de oración y que rezaremos a Dios para que les toque el corazón”. Y concluyó realizando una invitación a todos los paquistaníes, sean musulmanes o cristianos: “Estamos llamados a encontrar juntos una solución para resolver este problema”.
Por su parte Paul Bhatti, ex ministro de Paquistán, consideró que el problema más grande es que “el Gobierno no ha tomado aún las medidas necesarias con programas a medio y largo término para eliminar este odio difundido en el país. Aquí no se trata solamente de cambiar la ley sobre la blasfemia o de arrestar a alguna persona. Son necesarios programas a largo o medio plazo para reducir estos ataques y actuar allí en donde crecen y se fomentan estas ideologías extremistas”. Y señaló que en Paquistán “existen una serie de escuelas en donde son formadas estas personas, especialmente jóvenes e incluso niños, que están dispuestos a morir por determinadas ideologías”. Porque “cada año salen de estas escuelas miles de niños con ideologías que después son difíciles de controlar”.
El premio Nobel de la paz, la joven paquistaní Malala Yousafzai, calificó el acto como “un ataque atroz y vil”. Y añadió que “los talebanes no lograrán vencer”. Malala casi murió por un atentado de los talibanes en el 2012, por su empeño a favor de la educación.