Ya llegamos al punto que nos interesa a cada uno de nosotros. Ya sabemos lo que quería decir el autor sagrado y como lo debemos interpretar desde el Misterio Pascual de Cristo. Ahora nos va a hablar directamente a nosotros y nos va a decir lo que debemos hacer para llegar al cielo.
Jesús, el Buen Pastor, el que da la vida por sus ovejas, es el que nos habla. Nos ama con locura y sólo quiere nuestro bien. Su amor es incondicional; nos quiere y nos va a querer siempre, hagamos lo que hagamos y digamos lo que digamos.
Partiendo de aquí escucharemos lo que Jesús nos quiere decir y tendremos el corazón preparado para acoger sus palabras y que estas nos ayuden a seguir, con nuestras obras, el camino del cielo.
Este domingo leeremos el Evangelio según San Marcos 1,21-28.
«Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.
Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:
«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre».
El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!».
Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
LENGUAJE SIMBÓLICO…
Sólo Jesús , el Hijo de Dios, tiene poder sobre los demonios y el pecado. Sólo Él puede sacar y limpiar de nuestro corazón todo lo que nos aleja de nuestro Padre Dios.
QUÉ ME DICE JESÚS…
«Te espero en el confesionario. Quiero escucharte y consolarte. Quiero curarte las heridas. Lo hago a través del sacerdote. Sólo te pido que estés arrepentido y no quieras volver a hacerlo”.
A los niños les gusta que Jesús les hable en primera persona. También les podríamos recordar y explicar lo que es necesario para confesarse bien: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia.
Nos puede ayudar escuchar o leer lo que dice el Santo Padre todos los días en sus homilías. A partir del Evangelio nos va marcando el camino. Él es también el Buen Pastor, el dulce Cristo en la tierra.