El Papa a los obispos de Japón: los cristianos sean misioneros

Evangelizar siguiendo el ejemplo de los misioneros mártires y de los ‘cristianos escondidos’ de país asiático

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El santo padre Francisco se ha recibido este viernes a los obispos de la Conferencia Episcopal de Japón, al concluir la visita ad Limina, y quienes celebran este mes el »descubrimiento», hace ciento cincuenta años de »los cristianos escondidos» en su país.

El Papa en el discurso entregado a los obispos les dijo que »si bien la comunidad católica sea pequeña, la sociedad japonesa estima vuestras Iglesias locales por sus numerosas aportaciones, nacidas de la identidad cristiana, al servicio de las personas, independientemente de su religión”.

Y elogió el esfuerzo que realizan “en los ámbitos de la educación, la salud, la atención a los mayores, a los enfermos y discapacitados y vuestras obras de caridad que han sido muy importantes en la respuesta a la trágica devastación causada por el terremoto y el tsunami de hace cuatro años”.

También porque recuerdan al mundo “el inmenso sufrimiento de la gente de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial hace setenta años. De este modo no sólo hacéis frente a las necesidades de la comunidad, sino que también creáis oportunidades para el diálogo entre la Iglesia y la sociedad”.

El Santo padre si bien indica que la Iglesia en Japón ha experimentado abundantes bendiciones, reconoce también que ha conocido igualmente el sufrimiento. “De esas alegrías y tristezas, vuestros antepasados en la fe han dejado el legado de un patrimonio vivo que adorna la Iglesia de hoy y alienta su viaje hacia el futuro. Este patrimonio se arraiga en los primeros misioneros que llegaron a vuestras orillas para proclamar la palabra de Dios, Jesucristo”.

Y recordó a san Francisco Javier, a san Pablo Miki, y a tantos miembros de la comunidad católica japonesa, gracias a quienes “el testimonio de Cristo llegó hasta el derramamiento de la sangre”.

Sin olvidar el descubrimiento de los ‘cristianos escondidos’, es decir de aquellos que cuando todos los misioneros laicos y sacerdotes fueron expulsados del país, conservaron la fe cristiana. Porque “las brasas de la fe, que el Espíritu Santo encendió con la predicación de los evangelizadores y se alimentó con el testimonio de los mártires siguieron ardiendo gracias a los fieles laicos que conservaron la vida de oración y la catequesis de la comunidad católica en medio de grandes peligros y persecuciones”.

Sea los misioneros que los cristianos escondidos, añadió el Pontífice, “siguen sosteniendo la vida de la Iglesia hoy y brindan una guía para vivir la fe”. E incluso hoy la Iglesia tiene que ser siempre misionera, dijo, porque “por nuestro bautismo, estamos llamados a ser evangelizadores y dar testimonio de la Buena Nueva de Jesús en cualquier parte que estemos. Para ser una comunidad evangelizadora estamos llamados a salir, incluso si eso significa simplemente abrir la puerta de nuestras casas y salir para encontrar a nuestros vecinos”.

Añadió que los cristianos escondidos de Japón “nos recuerdan que las tareas de fomentar la vida de la Iglesia y la de la evangelización requieren la participación plena y activa de los fieles laicos. Su misión es doble: participar en la vida de la parroquia y de la Iglesia local y permear el orden social con su testimonio cristiano”.

El Papa concluye citando la exhortación apostólica Evangelii Gaudium: “Muy a menudo, cuando notamos la ausencia de este testimonio no es porque los fieles no quieran ser discípulos misioneros, sino más bien porque se creen incapaces de esa tarea. Animo a los pastores a inculcar en ellos un profundo reconocimiento de su vocación y ofrecerles expresiones concretas de apoyo y orientación para que puedan responder a este llamamiento con generosidad y valentía”.

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ZENIT Staff

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