Una palabra que Jesús repite a menudo, sobre todo durante la Última Cena es “permaneced en mí”. “No os separéis de mí, permaneced en mí”. Y precisamente la vida cristiana es este permanecer en Jesús. Así lo recordó este domingo el santo padre Francisco, en la homilía de la eucaristía celebrada en la parroquia Santa María Regina Pacis, en la ciudad de Ostia, situada a 25 kilómetros de Roma.
Hasta allí se dirigió el Pontífice durante la tarde de 3 de mayo, para pasar unas horas con la comunidad parroquial, continuando con las visitas a las parroquias de su diócesis.
De este modo, Francisco señaló en la homilía que Jesús para explicar bien que quiere decir este “permanecer en mí” usa la figura de la vid: “yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Tal y como indicó el Papa, el sarmiento que no está unido a la vid muere, no da fruto, se tira y se le prende fuego. Sin embargo, “los sarmiento que están unidos a la vid, reciben de la vid el jugo de la vida y así se desarrollan, crecen y dan frutos”.
A propósito recordó que aún si todos somos pecadores “si permanecemos en Jesús, como los sarmientos con la vid, el Señor viene, nos poda un poco, para que podamos dar fruto. Él siempre nos cuida”. Pero, también advirtió que si nos separamos de ahí, no permanecemos en el Señor “somos cristianos de palabra solamente, pero no de vida; somos cristianos, pero muertos, porque no damos fruto, como los sarmientos separados de la vid”.
Por eso, el Obispo de Roma afirmó que “permanecer en Jesús quiere decir tener ganas de recibir la vida de Él, también el perdón, también la poda, pero recibirla de Él”. Además, “permanecer en Jesús significa buscar a Jesús; rezar, la oración”. Igualmente, permanecer en Jesús significa “dirigirse a los sacramentos”. Pero, lo más difícil de todo, advirtió, es que significa hacer lo que ha hecho Jesús, tener la misma actitud que Jesús. “Pero cuando nosotros hablamos mal de los otros, o cuando chismorreamos, no permanecemos en Jesús”.
Del mismo modo no permanecemos en Jesús “cuando somos mentirosos” “cuando engañamos a los otros con estos negocios sucios que están a la mano de todos”. Por eso el Papa invitó a preguntarse ¿permanezco en Jesús o estoy lejos de Él? ¿Estoy unido a la vid que me da la vida o soy un sarmiento muerto, que es incapaz de dar fruto, dar testimonio?
A continuación, Francisco habló también de otro tipo de sarmientos, los que se muestran como discípulos pero hacen lo contrario que Jesús, son sarmientos hipócritas. “Quizá van todos los domingos a misa, quizá ponen cara de estampita, todo de pie, eh, pero después viven como si fueran pagamos. Y a estos, en el Evangelio, Jesús les llama hipócritas”, aseguró el Papa.
Finalmente el Obispo de Roma animó a los presentes a tener una oración poderosa, que viene del estar unidos a la vid.
Previamente, en su encuentro con los jóvenes a quienes recordó que en la vida siempre se debe elegir, y hay elecciones difíciles, elecciones que no son muy bonitas. Así, explicó que hay elecciones que serán divertidas pero que no darán felicidad. “La diferencia entre algo alegre y algo justo, es la alegría que viene de dentro”, señaló. La alegría de una persona –prosiguió– que sabe mirar siempre lo positivo de la vida y ofrece esto positivo a los demás. La alegría “que solamente Dios puede dar, es un don. Y debemos pedir esta alegría. La alegría es un don del Espíritu Santo”. Asimismo les pidió que muestren una sonrisa natural, no una de cartón.
Del mismo modo les explicó que es necesario sufrir en los momentos feos con dignidad, en la esperanza que el Espíritu Santo nos dará la fuerza. Y el Espíritu Santo, en estos momentos, da consolación. “Él nos consuela, nos da fortaleza para llevar adelante estos momentos feos, y después vuelve la alegría”, aseguró Francisco.
El Santo Padre también se reunió con las familias que han bautizado a sus hijos a lo largo del año. A ellos les recordó que la mejor herencia que se puede dar a los niños es “la luz de la fe” junto con “el testimonio cristiano”. También es importante –indicó el Papa– caminar con el niño en este camino de la fe nueva y acercarse a la parroquia.