‘Para que el genio femenino sea reconocido, debe ser escuchado’

¿Por qué la paridad tiene que significar que la mujer se parezca al hombre y no al revés? Entrevista con Maria Giovanna Ruggieri, presidenta de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas, sobre el Congreso de los Objetivos del Desarrollo Sostenible

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El año 2015 será un año crucial para la comunidad internacional ya que en las Naciones Unidas se elaborará y discutirá la nueva agenda para el desarrollo, que constituirá para la comunidad internacional el nuevo cuadro de referencia para los próximos quince años. Un grupo de mujeres que trabajan en el ámbito eclesial, se reunieron en el Vaticano recientemente para discutir, debatir y aportar su punto de vista para estos Objetivos. El Congreso fue organizado por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz junto con la World Union of Women’s Catholic Organisations (WUCWO) y la World Women’s Alliance for Life and Family.

Maria Giovanna Ruggieri, presidenta de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas,(WUCWO) ha explicado a ZENIT que “el objetivo del Congreso era escuchar, desde la base, reflexiones y prioridades en nuestro papel de organizaciones y realidades al servicio de la Iglesia y la sociedad. Entender cuáles son los elementos que nos llaman y son emergencias que no podemos posponer”. También se quería “dar una contribución como mujeres” porque el documento final que han realizado lo ofrecen “a la Santa Sede para cuando tengan que participar en la ONU en la discusión de los Objetivos del Desarrollo Sostenible”.

Por otro lado, la presidenta Ruggieri asegura que “esto nos ha impulsado también a verificar qué idea de mujer ofrecemos. Los Objetivos son para todos, pero nosotras lo hemos visto con ojos de mujer. Y sobre todo hemos tratado de entender qué se quiere privilegiar y qué hay detrás de los objetivos que se proponen y se ofrecen a las distintas realidades”.  La idea de mujer que debe emerger no es “una mujer comercializada, una mujer objeto o una mujer explotada”, sino “una mujer respetada en su dignidad de persona”. Nuestra propuesta  –afirma– es que emerja está dignidad que está en todos y cada uno.

Asimismo, advierte que en algunos aspectos estos Objetivos son muy “occidentales” y que las prioridades quizá no sean del todo universales. El documento en el que trabajaron durante el congreso está estructurado en cuatro temas: “Ecología humana”, “educación y trabajo”, “pobreza y ambiente”, “paz y desarrollo”.

El próximo paso –nos cuenta Maria Giovanna — es cómo hacer que nuestros organismos a nivel nacional, local, “perciban estas cosas que hemos dicho y si es posible hacer un salto y estar atentos a las prioridades de estos Objetivos al servicio de la persona”.

Una de las urgencias que debe ser afrontada es “la necesidad de trabajar mucho para que la dignidad de la mujer sea realmente asumida”, señala. Y pone el siguiente ejemplo: “Si para vender cualquier producto es necesario poner a una mujer guapa al lado, esto dice mucho del grado de dignidad que tenemos hacia la mujer”. Este problema –explica– afecta a todo el mundo, es universal, de forma diferente, pero de fondo está siempre la idea de esta mujer-objeto. “Objeto a usar para mis intereses, para el trabajo, sexualidad… Lamentablemente son muchas las nuevas formas de esclavitud, que dejan ver cuánto trabajo de educación y formación es necesario aún para ayudar a todos, incluidas las mujeres, para tener respeto por la dignidad de la persona”, advierte.

Hablar del valor de la mujer “no es un ninguna reivindicación, sino pedir un reconocimiento de una dignidad que lamentablemente aún no hay en plenitud”, explica la presidenta. Y la Iglesia –observa– debe también ayudarnos en esto porque, en alguna situaciones la dignidad de la mujer no es respetada del todo, y la Iglesia podría incidir aún más.

Al respecto, se interroga: “Pensemos en estas chicas que son explotadas sexualmente, y me pregunto ¿qué hacemos para sensibilizar a las comunidades eclesiales de este problema? Estas chicas son explotadas porque hay demanda. ¿Qué educación y formación hay? En Italia, país tradicionalmente católico, ¿hemos sido educados en las parroquias a respetar a la niña, la joven, la mujeres? Esto no se transmite genéticamente, es algo que se aprende, y creo que aún debemos hacer mucho”.

La presidenta se cuestiona sobre la idea y la forma de entender hoy en día la paridad, “¿Por qué la paridad significa que yo tengo que ser como el hombre y no que el hombre se acerque a la sensibilidad femenina? ¿Debe ser obligatoriamente ese el nivel máximo que se debe alcanzar, no hay una posibilidad intermedia? ¿Por qué hay que entender la paridad como ‘hacer lo que hacen los hombres’? ¿Por qué la ternura debe pertenecer solo a la mujer? ¿Por qué el hombre no puede mostrar sus sentimientos?”

Por eso, ella reconoce que le gustaría que “en la paridad, ambos reconozcan en el otro valores y principios, modos, que pueden enriquecerme, y no que yo debo quitar lo que me pertenece”.

Finalmente, Maria observa que el Papa está hablando mucho del “genio femenino” como una gran don que debe tener más espacio en la sociedad, pero “si él habla y después no se pone en práctica lo que él dice en la sociedad, no cambiará nada”. Él nos está abriendo un camino pero ¿y nosotros? Y para que este genio femenino sea reconocido, debe ser escuchado.  

 

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Rocío Lancho García

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